La realidad de Medio Oriente

Los periodistas, con noticias globales poco matizadas y sus exageraciones, han conseguido que tengamos una desinformación mayúscula sobre cómo son los países que están en el otro extremo del Mediterráneo.

Es verdad que Siria está en guerra, aunque mucho menos guerra de cuanto podamos pensar aquí, pues es un país muy grande y solo en algunos lugares concretos están sufriendo la presencia del DAES con toda su problemática. Pero en Alepo están volviendo mucho de sus habitantes, después de unos años duros, y en Damasco se hace casi vida normal.

Pero una cosa es Siria y otra cosa es Jordania, el Líbano o Israel. Y las situaciones de estos países, por poner ejemplos conocidos, son bastante distintas entre sí. Hay bastante desconocimiento y cuando se llega a estos sitios, cuando alguien tiene ocasión de pisar tierra y pasar unos días, el asombro es grande, sobre todo si es la primera vez.

Después de estar unas semanas en el Líbano solo puedo decir que ya nos gustaría en España tener algunas de las cosas que ellos tienen. Es una sociedad compleja, llena de contrastes, con diversidad de religiones y de razas y, sin embargo, con una capacidad de convivencia verdaderamente admirable. En Líbano no existe una religión oficial. El Estado reconoce el culto de 18 confesiones religiosas: 12 son cristianas, 5 musulmanas y una pequeña comunidad judía.

Entre los musulmanes hay chiitas, sunitas, alawitas, drusos… Entre los cristianos hay maronitas, greco-católicos, greco-ortodoxos, católicos latinos, melquitas, etc. La mayoría de los católicos son maronitas, la mayoría de los musulmanes son sunitas, pero los chiitas tienen en estos momentos más influencia en la sociedad que los sunitas. A lo largo de los siglos ha habido sus más y sus menos, pero lo que se demuestra es que las guerras que ha sufrido Líbano han sido causadas, en gran medida, por factores externos.

Hay pueblos cristianos y pueblos musulmanes, pero en todos ellos hay mezclas. Hay buenos colegios católicos, mayoritariamente de religiosos, en donde estudian cristianos y también niños musulmanes. Hay santuarios marianos con gran afluencia de público, donde se encuentran siempre muchas mujeres musulmanas que tienen gran devoción a la Virgen. Son cosas que uno no se espera.

Cuando se cogen las carreteras secundarias, siempre con grandes cuestas que suben a la montaña, se encuentran, constantemente, imágenes de la Virgen, imágenes de piedra, de todos los tamaños, hornacinas más o menos grandes, con cristal o sin él, con imágenes de las diversas advocaciones marianas, y también con los santos más importantes. Hice algunas fotos, pero me hubiera gustado ir recorriendo carreteras y hacer una colección amplia de esa variedad de imágenes al borde del camino, porque daría para un museo, y da, sin duda, para sorprender y llenar de alegría a cualquier cristiano y a muchos musulmanes que pasan por allí.

Las iglesias llenas los domingos y las fiestas, la piedad muy manifiesta –los libaneses son muy apasionados y vehementes- hace que cualquiera que vaya por primera vez queda perplejo. El caos circulatorio y la suciedad en muchos lugares –pero sobre todo en barrios y pueblos chiitas- puede hacer que no aumente el turismo, lo cual es una pena pues es un país que ofrece infinidad de posibilidades, pero quizá también ayuda –la ausencia de occidentales- a mantener un clima más sano y tranquilo.

 
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