Felices los de corazón limpio

Mirada limpia.
Mirada limpia.

“Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios”. Esta frase nos la da Jesús durante el Sermón de la Montaña. Mediante esta bienaventuranza, Jesús nos recuerda que, más allá de los actos y de las palabras, es la pureza de intención la que es realmente importante. Dios ve en lo secreto de los corazones.

(La) Madre Teresa de Calcuta dice: “No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer pequeñas cosas con amor”.

Los corazones limpios, aquellos a los cuales no ha manchado la mentira ni a los demás ni a ellos mismos, son los que pueden reflejar, sin deformarla, la imagen de Dios. Los corazones limpios son corazones humildes que, vacíos de toda soberbia, pueden acoger plenamente la gracia.

La Virgen María nos enseña perfectamente hasta qué punto los corazones limpios ven a Dios; el suyo, libre de todo pecado, pudo acoger a Dios mismo. En su Magníficat, esta soberbia oración de alabanza que le dirige al Señor, ya evoca esta bienaventuranza: “miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.

También santa Teresa de Lisieux nos muestra el Caminito, aquel de la humildad y del gran amor que convierten un corazón limpio en una gran santa.

Para comprometernos por este camino de la limpieza del corazón, este camino de santidad que nos revela a Dios, debemos atrevernos a echar una mirada justa sobre nuestras intenciones, cada vez que hablamos y cada vez que actuamos. ¿Es realmente el amor el que me guía? Podemos rezar al Señor para que nos libre de nuestros miedos, de nuestros resentimientos y de nuestras creencias que turban Su imagen en nuestros corazones.

 
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