De teléfonos y amores obscenos

Me siento en un banco en el Boulevard. Un señor de más de 55 cuenta que su madre se cayó con tan mala fortuna que se hizo un corte y sangraba con abundancia...el hijo fue fino, le hizo un buen vendaje y la llevó al centro más cercano de salud...hoy estaba mucho mejor.

 Una señora que escucha le dice: ¿y...cómo no llamaste al 103? Otro dice no, al 112, ...o es 102, el hijo implicado dice no, urgencias es el 016, estoy seguro.

No me resisto y le digo el 016 me parece que es el del maltrato a la mujer. Se espantan, me miran...caen en la cuenta, y el hijo ya madurito dice, menos mal que no llamé...ya tengo un asunto de malos tratos en el Supremo. Discretamente me voy a toda velocidad. Son demasiados números para la población.

Entre lo sublime y lo cutre existe una delgada línea roja o un kilómetro de basura. Basta seguir el verano de parejas "maravillosas", que celebran, con escapaditas a Formentera, a Ibiza, a Cancún, su primer aniversario de idilio a "muerte", que no suele durar hasta la próxima escapadita, o que se han liberado de sus "ex" y lo pasan en grande, de nuevo "libres" con muchos amigos, que nunca se saben quiénes son, que ríen, con mucha agua, sol y arena y gafas de sol hasta en el aeropuerto.

Creo que fue Pieper el que decía, que bastaba diez minutos de espera en la peluquería leyendo una revista del “corazón” , para quitar la palabra "amor" del propio vocabulario al menos durante un mes. El amor es discreto.


 
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