Una religiosa describe a Francisco las amenazas de la Iglesia

Monja Dominica en Cataluña: “las eucaristías están vacías, pretendemos hacer una Iglesia elitista, lejos del drama”

Papa Francisco
Papa Francisco

Sor Lucia Caram, polémica en muchas de sus intervenciones, ha escrito una carta abierta al papa Francisco mostrando las carencias de la Iglesia católica en España y también en el Mundo. También ha alabado la tarea del Santo Padre desde el inicio de su pontificado.


Francisco, hoy tengo necesidad de decirte en voz alta y clara, que necesitamos que nos confirmes en la esperanza, y que nos exijas ser fieles a nuestra opción por Jesús pobre y servidor; orante y comprometido; un Jesús que nos dijo que dar la vida es tenerla para siempre y que por eso no nos es lícito vivir con tantas seguridades, acumulando, velando obsesivamente por nuestro futuro, ¿no es cierto que el Padre del cielo cuida de cada uno como lo hace con las aves del cielo y los lirios del campo?

Cada día celebramos el memorial de Jesús. El nos pidió que siempre que nos reuniéramos recordáramos lo que él había hecho. Hoy las eucaristías están vacías, no convocan, tal vez porque no hacemos lo que Él dijo: Aún no nos arrodillamos a lavar los pies y a servir a nuestros hermanos; aun tenemos demasiados prejuicios y ponemos demasiadas etiquetas. Parece que tenemos derecho a limitar el número de los invitados al banquete… Pretendemos hacer una Iglesia elitista, lejos del drama y la urgencia de definirnos y tomar partido, como tú lo hiciste por los marginados y olvidados de la sociedad. Aun queremos estar bien con el poder y os creemos que podemos servir a dos señores.

Francisco, necesitamos volver a lo esencial; al pan que nos une y que se multiplica cuando nos reunimos en tu nombre y a impulsos del Espíritu compartimos lo que somos y tenemos, nos danos, como Jesús en alimento, hasta el extremo.

Francisco, creo en la Iglesia de Jesús, en el aire fresco que nos regala el Espíritu de tu manos; necesitamos que tu reforma vaya adelante y que nos ayudes a despertarnos para entender que la auténtica revolución hunde sus raíces en el amor, en la oración y en la bondad; es la revolución de la ternura que conduce a sanar relaciones maltrechas, curar heridas y renovar las fuerzas.

Ayuda a nuestros Pastores, los hermanos obispos; que no se olviden no solo que tienen que oler a oveja, sino que antes de pastores, fueron ovejas; exígeles que sus casas no se llamen más “palacio episcopal o palau”, que sean, como era la tuya, una casa de puertas y corazón abierto, donde no se haga acepción de personas y dónde todos, especialmente los pobres sean tenga preferencia en todo.

Anima la fe de los laicos para que vivan con protagonismo y con compromiso, con honestidad la implicación en la vida social y política, que es la que puede orientar la instauración de un nuevo sistema basado en criterios de justicia que tengan en cuenta la dignidad de la personas.

Alienta a los religiosos para que seamos generosos, para que vivamos sin retener, para que entendamos que la fidelidad es siempre nueva y que nuestros compromisos adquiridos con Dios, pueden ser siempre renovados para responder mejor y con más generosidad según lo que los signos de los tiempos nos reclamen. Que como decía Pablo VI, nuestro muros sean de cristal, para que la gente pueda ver que de verdad nos amamos, y que nuestra `profesión nos hace vivir expropiados, pero de verdad, para utilidad pública. Que seamos servidores generosos y no solterones agrupados.

Francisco, hay demasiadas guerras, matanzas, desgracias, ambiciones, luchas de poder; cada vez un abismo más grande e insultante entre ricos y pobres, y nosotros parece ser que no va con nosotros.

Hoy te pido, te suplico, en nombre del Dios de la Vida, que nos ayudes para que todos los que nos decimos seguidores de Jesús, lo seamos de verdad; que se acaben las guerras fratricidas entre los hermanos en la fe; que se termine aquello de revisarle la vida a los otros y hacer capillitas: ¡hay tanto por hacer!, y lamentablemente todavía son muchos los que se dedican a sacar el cuero” a sus hermanos en lugar de canalizar sus fuerzas para vivir aquellos en lo que se nos examinará el último día: Tuve hambre, tuve sed, estaba desnudo, en la cárcel…

 

Gracias por tu fuerza, por tu claridad, por tu cercanía. Adelante con la reforma de la Iglesia, adelante con el papel de todos como hermanos en la comunidad; adelante con no tener miedo a pensar la realidad de tantos hermanos que hoy son excluidos de la comunión y del afecto de la Comunidad y cuya incorporación activa no puede retrasarse más: todos somos hermanos, todos tenemos un sitio el corazón de Dios, nuestro Padre que tiene unas dimensiones infinitas y entrañables.

Francisco, hermano, amigo, Padre y Pastor, no te canses de hacer el bien y de hacer que tu voz potente denuncie aquello que nos impide ser y vivir con dignidad.

Sor María Lucía Caram, Dominica Contemplativa. Manresa


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