La reforma de las muchas curias

Ahora que los obispos españoles, -bueno, “unos 35 y el Secretario General de la CEE” según dice la escueta nota de prensa-, se han ido de Ejercicios Espirituales, ignacianos y en silencio, se entiende, vamos a dejar, de momento, las próximas elecciones en la Conferencia Episcopal. 

Recemos para que esta semana descienda el Espíritu Santo sobre nuestros queridos obispos y les ilumine, incluso en las conversaciones, sobre lo que va a pasar en marzo.

Quizá el año que ha comenzado sea el año de las Reformas. Cuestión de profundidad que ha sido abordada en un Congreso romano organizado por el jesuita Antonio Spadaro y su revista, “La Civiltà Cattolica”, cuyas actas acaban de aparecer en español con el título de “La reforma y las reformas en la Iglesia”. Volumen que también aparece con la firma principal del teólogo argentino Carlos María Galli, buen conocedor del Papa.

Nos centraremos, en esta ocasión, en los criterios que Francisco ha puesto sobre la mesa para la reforma de la Curia Vaticana, que bien se pueden aplicar desde las diócesis a la Conferencia Episcopal, que también esté, dicen, en proceso de enésima reforma.  

“Oración, oración, oración”, no está mal para empezar.

Y la reforma, siempre personal. Donde el Papa dice Curia, léase diócesis o Conferencia Episcopal: “La reforma no es un fin en sí misma –dijo el 22 de diciembre- , sino que es un proceso de crecimiento y sobre todo de conversión”. Así, “hay que llevar a los miembros de la Curia a renovarse espiritual, personal y profesionalmente. (…) No es suficiente una formación permanente; se necesita también y, sobre todo, una conversión y una purificación permanente. Sin un cambio de mentalidad, el esfuerzo funcional sería inútil”.

Por cierto, añadió Francisco aquello de que “las resistencias buenas ―e incluso las menos buenas― son necesarias y merecen ser escuchadas, atendidas y alentadas a que se expresen, porque es un signo de que el cuerpo está vivo”.

Sin comentarios, que no serían pocos los que se podrían hacer en este aspecto, dado que hay no pocos que están empeñados en que la reforma del Papa Francisco consiste en acallar voces y eliminar resistencias. Quizá sea lo más cómodo.

Y a partir de ahí, los doce criterios que cada uno de ellos darían para un artículo, sin duda. Me quedo, de momento, con el que habla de la “pastoralidad”, la atención al bien de las personas que debe regir el trabajo en la Curia: “Detrás de los papeles hay personas”.

 

El Papa lo puede decir más alto, pero no más claro. Creo que se oye hasta por estos predios. 

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