Mons. Juan Antonio Menéndez sufrió "una verdadera cruz" los últimos días de su vida

El motivo fue los abusos en la Iglesia. Así lo recordó ayer el director del ITVR Carlos Martínez Oliveras, en la tercera jornada del Curso de Protección a Menores

El obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.
El obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.

Mons. Juan Antonio Menéndez, quien fuera obispo de Astorga hasta su fallecimiento el pasado 15 de mayo a consecuencia de un infarto sufrió una "verdadera cruz" sus últimos días de su vida. Así lo recordó ayer el director del Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) el padre claretiano Carlos Martínez Oliveras, quien dirigió unas palabras de recuerdo agradecido y una oración por Mons. Menéndez, al comienzo de la tercera jornada presencial del Curso de Protección de Menores organizado por el ITVR. 

Juan Antonio Menéndez había participado en la primera jornada presencial del curso el pasado 2 de marzo. "Aquel día, el recientemente fallecido obispo de Astorga, meditó sobre el evangelio del día (“dejad que los niños se acerquen a mí”) y compartió con todos los participantes la situación que le había tocado vivir y afrontar. Relató que la estaba viviendo como una verdadera cruz que le había hecho madurar en su fe y que vivía desde la paz y la serenidad", dijo el P. Martínez Oliveras. 

El obispo de Astorga era, en la Conferencia Episcopal Española, presidente de la Comisión de Migraciones y, desde septiembre de año pasado, presidía la Comisión creada por el Comité ejecutivo para la renovación de los protocolos sobre abusos a menores. Cientos de personas, procedentes de todos los lugares de la diócesis de Astorga así como de otros obispados, despidieron a Mons. Menéndez en un funeral presidido por quien fuera su compañero en el epsicopado, Mons. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. 

Solución a esta terrible plaga 

La tercera jornada presencial del curso de Protección a Menores comenzó en el Santuario del Inmaculado Corazón de María con la Eucaristía presidida por Mons. José Cobo, obispo auxiliar de Madrid. 

Durante la homilía Mons. Cobo afirmó que, en medio de las tinieblas del mundo, con sus estructuras de egoísmo y sufrimiento en los pobres y pequeños, surge la luz del Resucitado que rompe la noche porque es la fuerza de Cristo. "No hay duda de que habrá dificultades porque el bien siempre molesta, pero el Evangelio invita a dar testimonio de esa luz. Invitó a ser valientes porque todo cristiano, desde su bautismo, ha sido consagrado para ser portador de esta luz que declara la guerra a todo tipo de manifestación de la oscuridad, del mal y de cualquier tipo de abuso". 

Ya en el salón de actos, el mismo obispo auxiliar, dirigiéndose a los participantes, afirmó que el curso que se estaba dando era “lo que más se necesitaba ahora mismo en la vida de la Iglesia” porque “la formación y la reflexión no se improvisa”. Recalcó asimismo el apoyo que deberían sentir los participantes: “estáis respaldados por toda la Iglesia porque la solución a esta terrible plaga de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia no va a ser solitariamente, sino eclesialmente. Y vosotros sois el primer signo de que, sintiéndonos comunidad, podemos desplegar no sólo los protocolos, sino una forma de vivir y sentir diferente”.

Apoyarnos en las víctimas

Además, recordó que él mismo se había encontrado con algunas víctimas y lo que había aprendido es que, “si algo necesitamos es determinación, apoyarnos en las víctimas, aprender y dar pasos a lo que el plan de Dios nos está pidiendo”. Finalmente agradeció a todos esa “determinación”, recordando que, al final nos encontramos “en un camino de Iglesia de aprendizaje, de sanación evangélica, de justicia reconciliadora y restaurativa desde la caridad y la humildad; y, por último, un camino de generación de una cultura de la seguridad y la protección”.

“Si hemos sido parte del problema, debemos ser parte de la solución”. “Estamos llamados a ofrecer a la sociedad el poder de la inocencia y de los inocentes y el poder de la humildad”. “Siendo humildes seremos luz para el mundo”. “Gracias a vosotros y a experiencias como estas nos regeneramos y damos más luz al mundo de la que imaginamos”. “Gracias por la valentía de la organización del curso, por la valentía de estar aquí, por la valentía de querer aportar una reflexión y pistas para el futuro porque sois vanguardia en este tema y os necesitamos”, dijo el obispo auxiliar de Madrid. 

Protocolos, gestión y comunicación

El trabajo de la mañana estuvo a cargo de los profesores Basilio Álvarez, coordinador del equipo de titularidad de los colegios claretianos, y Adolfo Lamata, prefecto de apostolado de los claretianos de la provincia de Santiago.  Ambos trazaron un amplio esquema de cómo afrontar los abusos sexuales en tres fases: antes, durante y después.

 

Antes. El trabajo previo está siempre basado en un plan de sensibilización institucional, un programa de cumplimiento normativo y un plan de prevención. En esta fase es fundamental la selección del personal y la admisión de los candidatos a los seminarios y noviciados.

Durante. Cuando se desata algún caso es fundamental recibir la denuncia, comprobar una cierta veracidad y poner la prioridad en la víctima desde la cercanía y el apoyo bajo tres claves: escucha, acompañamiento y transparencia. Más adelante vendrán la investigación, las medidas cautelares, los procesos (canónico/penal) y las medidas finales.

Después. El momento posterior habrá de estar marcado por el seguimiento, la terapia, la sanación/reparación y el acompañamiento que nunca debe faltar.

La jornada concluyó con una evaluación muy positiva de la primera fase y emplazándose a la segunda fase del curso que dará comienzo en febrero de 2020.

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