“Mi ángel de la guarda no impidió que tropezara, y así tuviera más tiempo para rezar”

El Papa bromeó ayer refiriéndose a su caída, que le costó la ruptura de la muñeca: “Desafortunadamente -dijo- mi ángel de la guardia, seguramente por orden superior, no impidió mi accidente. A lo mejor, el Señor quería darme una lección para enseñarme a ser más paciente y humilde, y tuviera más tiempo para orar y meditar”. Y refiriéndose a los policías y agentes que han velado por su seguridad en el valle de Aosta, añadió: “Ustedes han sido como unos ángeles: invisibles pero eficaces al mismo tiempo”. Gracias a ellos, el Papa ha podido vivir allí “una paz celestial”.

 

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