La "frecuencia llamativa" de los exorcismos y lo que hay detrás

Cuando se conoció la noticia de que la diócesis de Madrid contaba con ocho nuevos exorcistas, se desató la avalancha informativa. Cuando el cardenal aseguró que había un incremento "llamativo" en el número de casos de exorcismos, el titular quedó garantizado. Pero más allá de un primer acercamiento movido sobre todo por el morbo, lo que cabe preguntarse es qué hay detrás y por qué una sociedad tiende a caer en las redes del maligno.

Todas las religiones persiguen de una u otra forma el mal y en ellas existen fórmulas para el exorcismo. Lo que le ocurre a la nuestra es que, sedienta de espiritualidad pero embriegada de laicismo beligerante, busca saciar ese deseo de trascendencia en falsos dioses. A veces es un mero juego, otras, una obsesión. La mayoría se solventa en la consulta de un psiquiatra pero las hay que van más allá y le toca intervenir al exorcista.

Lo de que Madrid tenga ocho exorcistas no pasa de lo anecdótico. Así atiende a sus más de tres millones de fieles, distribuidos, precisamente, en ocho vicarías. Pero lo de que el cardenal alerte del llamativo aumento de casos muestra que hay un problema social de enorme calado, un problema que empieza en la incultura religiosa de cada vez más españoles.

Eso sí, que el Demonio ande rondando no es más que la señal de que sigue peleando contra Cristo o, lo que es lo mismo, que le preocupa esta nuestra sociedad que, no por su proceso de descristianización, ha dejado de ser cristiana. No tiende el Demonio a molestar a los que ya tiene ganados para su causa.

Zenón de Elea

 

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