El sueño de Dios… y de los jóvenes

Tres sacerdotes hablan de la vida, naturaleza y gracia y, aunque el libro "¡Atrévete a soñar!" se dirige a los jóvenes, no está de más tenerlo como referente de motivaciones e ilusiones

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¡Atrévete a soñar!

¡Atrévete a soñar! Jesús sigue llamando

L. Buch, N. Álvarez de las Asturias y F. Espa

Palabra, Madrid 2018

No sé a quién se le ocurrió juntar a estos tres curas y pedirles que escribieran, al alimón, un libro sobre los jóvenes y la vocación. Pero habría que darle un premio. Porque componer una sinfonía tan atractiva a tres manos no es tarea fácil.

Los tres curas autores de este texto, aunque no sepamos qué parte corresponde a cada cual, son tres primeras espadas del frente apostólico. Conozco bien a dos de ellos, Nicolás Álvarez de las Asturias y Fulgencio Espa. El primero es, sin lugar a dudas, una mente, un cerebro, y con eso lo digo todo. Y el segundo es un torbellino, un huracán apostólico. Y con eso también lo digo todo. Y el que me queda, creo que es profesor en la Universidad de Navarra, y supongo que no está muy lejos de los otros, hecho de la misma madera.

Pues bien, ahí les tienes hablando de jóvenes y de la juventud, ofreciendo un singular coloquio, quizá porque gran parte de su tiempo pastoral lo dedican a estar con ellos. Lo primero que hay que hacer es definir términos. Como diría el santo Juan Pablo II, la Juventud “no es solamente un período de la vida correspondiente a un determinado número de años, sino que es, a la vez, un tiempo dado por la Providencia a cada hombre, tiempo que se la ha dado como tarea, durante el cual busca, como el joven del Evangelio, la respuesta a los interrogantes fundamentales; no solo el sentido de la vida, sino también un plan concreto para comenzar a construir su vida”(Cruzando el umbral de la esperanza).

O como escribió Novalis: “¿Qué distingue a un joven de un viejo? ¿La edad? ¿Las arrugas y las canas? No es eso: hay personas que con 80 años permanecen jóvenes, y otras que con 20 son ya ancianos decrépitos. Quizá tenga razón aquel poeta que se preguntaba: ¿Qué es verdaderamente ser viejo? ¿Y qué es ser joven? Joven, cunado predomina les futuro; viejo, cuando el pasado prevalece”.

Por lo tanto, estamos ante un libro que nos habla de la vida, naturaleza y gracia, y que, aunque se dirige a los jóvenes no está demás tenerlo como referente de motivaciones e ilusiones. Porque este libro, que puede perfectamente ser utilizado en grupos, recomendado para la lectura y trabajado en diversos ambientes, al fin y al cabo, es un canto a la vida. Una vida de sueños, de esos sueños que dice A. D´Avenia “son la sangre de nuestra vida”.

La clave de este libro son sus interlocutores, jóvenes reales, no imaginarios, ni ideales. Les habla a los jóvenes de lo que les pasa a los jóvenes reales, no a los imaginarios. Por ejemplo, describe cómo tres experiencias están marcando a la juventud de hoy: la experiencia del cansancio, la experiencia del fracaso con sus efectos secundarios y la experiencia de la ligereza. Una tríada que se sana por la experiencia de la aceptación, del perdón y de la grandeza.

 

Y ante ese universo vital, llega la propuesta alternativa de otra forma de vida.  Una vida posible, real, que supera los miedos y que responde al sueño de Dios para cada uno. Por lo tanto, este libro es una invitación a soñar como Dios sueña. Un sueño que han soñado infinidad de personas a lo largo de la historia desde que se repite la llamada de Jesús a cada uno. Esa llamada que oyeron Andrés y Juan, protagonistas también de este libro. Y otros muchos como Pablo de Tarso, John Henry Newman, la madre Teresa de Calcuta, Edith Stein, Josemaría Escrivá o Sophie Choll. Este libro, por tanto, nos habla de la vocación. Y lo hace en el lenguaje y con las claves mentales de los jóvenes hoy. Es decir, desde su contexto mental e, incluso, con sus formas expresivas.

Hay que agradecer, por tanto, a los autores que se hayan atrevido a renovar una propuesta que sigue siendo necesaria y que forma parte de la misión de la Iglesia: la invitación al amor, que es invitación a la libertad y a la felicidad. Y lo hayan hecho de forma singular, incluso con una lógica textual y narrativa cercana a las charlas.

Como señala un personaje de Thornton Wilder, “si el espectáculo de una derrota o de cien derrotas desalentara al hombre, la civilización no habría avanzado en absoluto”.

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