El crucifijo de Nacho Cano

Actuación de Nacho Cano en la Puerta del Sol, Nochevieja 2020.
Actuación de Nacho Cano en la Puerta del Sol, Nochevieja 2020.

No sé si los lectores están al cabo de la calle de lo que ocurrió minutos después de las doce campanadas en la Puerta del Sol de Madrid.

Pese a que TVE se negó a retransmitirlo, el compositor Nacho Cano y la líder del grupo musical Kuve, Myriam Frutos, interpretaron “Un año más”, canción mítica de Mecano. Un tema dedicado a las víctimas del COVID. Una interpretación orquestada con un magnífico acompañamiento vocal.

En la interpretación se proyectaron imágenes de los llamados ahora colectivos que han tenido un particular protagonismo en la lucha contra la pandemia. Estaban los médicos, las enfermeras, los de las ambulancias, los policías, los bomberos… y los curas.

Fue expresamente Nacho Cano quien quiso que aparecieran los sacerdotes.

Además, Cano, emblema de un Mecano que está en el imaginario de todos,  llevaba, durante su interpretación, una cruz al pecho bien visible. He leído que esa cruz era de uno de los capellanes que habían estado en IFEMA en los momentos más duros.

El vídeo de este homenaje ha circulado con profusión por las redes. La interpretación de esa emblemática canción de Mecano es estremecedora.

Hay que agradecer una vez más que, al menos en la Comunidad de Madrid, sus gestores culturales y sociales, no hayan dictado un silencio sobre lo esencial de la vida. Y que los símbolos que nos remiten a lo esencial aparezcan con toda naturalidad.  El silencio sobre lo que ha hecho y está haciendo la Iglesia en este momento de crisis profunda es aterrador.

Además, pocas son las veces que se puede relacionar la interpretación musical de altura, la persona de un músico de fama, con la fe. Es sabido que Nacho Cano es un hombre de profundos sentimientos religiosos, de experiencia de fe. Y con toda naturalidad.

Hay que recordar el pregón navideño de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, la presencia de belenes en las calles de la capital de España hasta en los grandes monumentos.  

 

Estos elementos, ¿son fruto solo de la política? ¿Lo son de una sociedad, de una forma de entender la presencia de lo religioso, de una herencia del pasado inmediato?

También es cierto que ha estado presente la bandera de España en este tiempo. No estamos hablando de lo mismo, aunque el hecho de que se expongan ambas representaciones estéticas, salvando las infinitas distancias, apuntan hacia una comprensión de la presencia de lo público en la que se valoran los símbolos de raíz, de la identidad como espíritu y aliento, que se convierten en razones de convivencia y fiesta.

¿A quién le puede molestar esto?

                                       

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