La “canonización” de Jiménez Lozano

El cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid por cierto, ha tenido el gusto y el acierto de solicitar la medalla “Pro Ecclesia et Pontifice” al escritor y periodista José Jiménez Lozano, un cristiano en rebeldía, que la rebeldía ahora, para estos menesteres, parece que cuenta.

Una forma de canonización en vida, vamos, declaración de virtudes en este caso intelectuales y morales, que son las más elevadas.

Nada me gustaría más que estar presente cuando el bueno de don José pronuncie su discurso de agradecimiento, en el que, seguro, su libre espíritu jansenista salga a pasear bien pegado a las Provinciales de Pascal, por ejemplo.

Aún recuerdo la intervención que nos legó al recibir el premio TROA de este año, texto henchido de ironía y de estilo, que el estilo es el hombre, y don José es todo estilo.

En el comunicado de la archidiócesis de Valladolid aparecían con claridad los motivos que han llevado a don Ricardo a solicitar este reconocimiento.

Quizá a algunos les sorprenda el papel que Jiménez Lozano ha jugado en las iniciales exposiciones de Las Edades del Hombre. Aún se recuerdan los guiones de las primeras,  los suyos, que marcaban la diferencia entre la primera época y la actual, que no sé calificar en número.

Dice el comunicado oficial que en el ejemplar texto petitorio, don Ricardo solicitó la medalla para este “intelectual cristiano con exigencias de superación y reforma”, que “participa activamente en la vida de su parroquia y se ha manifestado siempre como hijo de la Iglesia” y cuyo modo de vida es “sobrio y discreto”.

Podría haber dicho don Ricardo que se trata de un cristiano viejo, austero y con pluma fácil de estilo más que cervantino. Ni por asombro se me ocurre glosar la obra y el pensamiento de Jiménez Lozano. No vaya a ser que me gane una reprimenda afectuosa de Álvaro de la Rica o Guadalupe Arbona.  

A lo sumo invitar a los lectores, quizá, a visitar la página web oficial de Jiménez Lozano y a recuperar algunos libros suyos, de la primera época. Por ejemplo aquella creo que primera novela “Historia de un otoño” sobre el Port-Royal des Champs, una delicia…

 

O su libro de ensayos “Meditación española sobre la libertad religiosa”, que ahí estamos ahora, de nuevo, o quizá no nos hemos movido desde entonces.

Enhorabuena pues a don José Jiménez Lozano y a don Ricardo Blázquez por la iniciativa.


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