La asignatura de religión, a escena

No sabemos si el Presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ricardo Blázquez, habló de la asignatura de religión con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y no lo sabemos porque los portavoces autorizados de la reunión no se refirieron a esta materia.

Tampoco sé si don Ricardo conoce personalmente, de su época de Bilbao, a la ministra de Educación del gobierno socialista Isabel Celaá, de quien dicen es la cristiana oficial del grupo ministerial.

Pero lo que sí sabemos es que la mandataria educativa socialista se ha apresurado a dejar las cosas claras en una de sus primeras entrevistas, en este caso al diario “El País”.

Dos han sido los temas principales que han salido a escena para hacer un mutis por el foro: la enseñanza concertada y la clase de religión.

La nueva ministra ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad a la enseñaza concertada. Pero alguna afirmación suya dará mucho que hablar. Por ejemplo cuando señala que “la Lomce ha permitido que algunas comunidades hayan cedido terrenos públicos para centros concertados. De facto, la educación pública se ha convertido en una red subsidiaria de la concertada. Esto no puede ser. La educación pública es el referente, el eje vertebrador del sistema educativo. No puede ser sustituida por la concertada”.

Para añadir, a renglón seguido, que “queremos una red pública sólida, y la red concertada es complementaria de la pública, pero no al revés”.

Curiosa interpretación de la libertad educativa. Resulta, así, que cuando dice “complementaria” lo que está diciendo es subsidiaria. Y ya sabemos cuáles son las consecuencias.

Aunque no se quiera llamar así, la otra gran noticia es que vuelve la educación para la ciudadanía, que ha mutado en valores cívicos.

Ministra dixit: “Religión no puede tener valor académico y contar para la nota media. Y, desde luego, no puede tener una asignatura espejo como alternativa, porque eso significa que el derecho de unos se convierte en la obligación de otros. Los valores cívicos han de ser universales y, por lo tanto, todos los alumnos y alumnas han de cursarlos”.

 

¿Dónde quedan los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado? En papel mojado. Quizá ahora entendamos por qué no hace falta denunciarlos, se les vacía de contenido.

La clave, al fin y al cabo, está en el tiempo. Vivimos ahora en la época de las intenciones y las declaraciones. Si Pedro Sánchez llegara a ganar los próximos comicios, nos colocaríamos en la acciones. Al tiempo.


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