Valoración moral de las preguntas

¿Tiene la pregunta, mejor dicho, tienen las preguntas, en sí mismas y como expresión de una pretensión política, social y cultural, de relación, un dimensión moral? ¿Tiene la misma valoración moral cada una de las respuestas a cada una de las preguntas? ¿Habrá quien ofrezca una serie de criterios, desde la Doctrina Social de la Iglesia, sobre la valoración moral que significa no sólo la formulación de las preguntas por la independencia de Cataluña sino por el hecho mismo de ser preguntados, y sólo preguntados, a los ciudadanos de Cataluña? ¿Van a decir algo los obispos?

Lo que no se podrá negar es que existe un amplio y profundo corpus doctrinal de los obispos españoles, individual y colegialmente, respecto a las cuestiones referidas al nacionalismo y al derecho a la autodeterminación. Aunque como se puede comprobar en la reflexión teológica, y en el pensamiento cristiano actual, hay diríamos, dos grandes escuelas confrontadas que, en cierta medida, están nutriendo ese magisterio.

La primera está representada por un grupo de profesores romanos y españoles, de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, encabezados por Juan José Pérez Soba. La otra corriente la apadrinan, en Cataluña y desde la facultad de Teología de Cataluña, los profesores J. M. Oriol y Joan Costa. Es destacable también el esfuerzo de clarificación de esta materia ha hecho la Asociación AEDOS, cuya principal riqueza ha sido la aportación desde la perspectiva histórica. En el resto de constelaciones de estudiosos dedicados a estas materias se impone un silencio que más que prudente; en algunos casos, es sospechoso.

El secretario general de la Conferencia, José María Gil Tamayo, ha recordado, en estos días pasado, algunos principios del magisterio de los obispos españoles sobre esta cuestión en una entrevista a Servimedia. Glosó en sus respuestas aquella afirmación episcopal que señala que “poner en peligro la convivencia de los españoles negando unilateralmente la soberanía de España sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable. (…) Pretender unilateralmente alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder local o de cualquier tipo es inadmisible. Es necesario respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria”. Texto del punto 35 del documento sobre la valoración moral del terrorismo, de noviembre de 2002. Escrito que, recordemos, algún obispo dijo que no debía considerarse magisterio en sus diócesis.

Es necesario, por tanto, desempolvar de la biblioteca algunos libros, como el Comentario al citado documento, editado por la BAC, y coordinado por monseñor José Rico Pavés y J. J. Pérez Soba, o invitar a quienes han trabajado esta materia, como monseñor Fernando Sebastián, a que ofrezcan una valoración moral no sólo sobre el hecho de las preguntas sino sobre la formulación de las preguntas y las consecuencias de las respuestas.

José Francisco Serrano Oceja


 
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