Semana para la ejemplaridad

Entramos en una semana en la que la santidad de los Papas de la época contemporánea centrará el protagonismo de la Iglesia y de la historia. Dos nombres: Juan XXIII y Juan Pablo II, que sintetizan cómo la Iglesia, en el eclipse de la modernidad, se ha configurado como la referencia moral indiscutible de la humanidad. Dos perfiles de testimonios de trasparencia de Evangelio que centran la atención del universo de la comunicación fascinado por los nombres y los hombres. 

El Papa Francisco, con su magisterio de los gestos, ha querido ofrecer una propuesta de sentido al sugerir una canonización conjunta de los dos Papas. Un mensaje de unidad en torno a un acontecimiento, el Concilio Vaticano II. Un mensaje no sólo de unidad teológica en la continuidad del ejercicio del ministerio de Pedro. También de unidad para las generaciones que representan estos papas, en la medida en que la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II representa dos modelos complementarios de la hermenéutica de la historia, de la orteguiana circunstancia, en el día a día de la Iglesia. 

El papa Francisco que es un Papa postideológico, sabe que las ideas separan, y que los hechos y los acontecimientos unen. En la vida del cristiano, y del cristianismo, nada une más que la celebración de la eucaristía, como sacramento de la Iglesia. 

Por eso, la santidad de los dos Papas se configura como un ejercicio de pedagogía de forma de vivir la Iglesia, de forma de entender la Iglesia. Lo que ha hecho el Papa Francisco es un propuesta de ruptura de dialécticas y de dicotomías entre una Iglesia del Papa Juan y otra del Papa Juan Pablo. Ha puesto encima de la mesa la necesidad de superar las contingencias de los reduccionismo del pecado, y de lo circunstancial, para invitarnos a profundizar y a descubrir la una y única Iglesia de Jesucristo. 

Ahora que está tan de moda la teoría de la ejemplaridad, que sintetiza en gran medida la forma del ejercicio de la vida virtuosa según los clásicos, los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II representan modelos de ejemplaridad no sólo para la Iglesia, también para el mundo. 

Pongamos un ejemplo. En un interesante libro de entrevistas del periodista francés Bertrand Révillon, titulado en España “Conversaciones espirituales. 20 personalidades frente a Dios”, editado por Monte Carmelo, que tiene la virtualidad de ofrecer un no desdeñable diagnóstico del momento cultural francés, el periodista Patrick de Carolis, presentador del programa “Raíces y alas”, de France 3, decía a la pregunta sobre qué significado tenía para él, un buscador de Dios, la foto de Juan Pablo II en la biblioteca de su salón: “La fortaleza de este hombre me impacta. Hace unos años, pasé con la familia unos días en Roma. Vi al Papa celebrar la misa en la basílica de san Pedro. Yo estaba allí y quedé profundamente conmovido. Creo que Juan Pablo II es uno de los grandes contemporáneos. También él, como su “maestro” Cristo, es todo un ejemplo”.   

José Francisco Serrano Oceja


 
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