Primera conclusión del Año Sacerdotal: vuelta a los confesionarios

Más de nueve mil sacerdotes participan estos días en Roma en el Encuentro Internacional como conclusión del Año Sacerdotal, convocado por Benedicto XVI en el 150 aniversario de la muerte de Juan María Vianney, el santo cura de Ars, que en esta ocasión será proclamado por el Papa patrono de todos los sacerdotes del mundo.

De España, asisten además de centenares de sacerdotes, casi todos los prelados de la Conferencia Episcopal Española. El encuentro, que se clausura mañana viernes con una concelebración eucarística presidida por el Papa, tiene como tema “Fidelidad de Cristo, Fidelidad del Sacerdote”, un aspecto sobre el que Benedicto XVI ha hablado a lo largo de estos meses pasados, tanto en las catequesis de los miércoles, como en las visitas “ad limina” de los obispos.

En la primera meditación con la que se abrió ayer la reunión de sacerdotes más numerosa que se haya realizado nunca, el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, dijo que “la pérdida del sacramento de la Reconciliación es la raíz de muchos males en la vida de la Iglesia y en la vida del sacerdote”.

El purpurado alemán, a quien escuchaban los sacerdotes congregados en las Basílicas de San Pablo Extramuros y de San Juan de Letrán, subrayó que “una de las pérdidas más trágicas que nuestra Iglesia ha sufrido en la mitad del siglo XX es la del Espíritu Santo en el sacramento de la Reconciliación”, y advirtió que “cuando el sacerdote deja de ser confesor, se convierte en un agente social religioso. Cuando se aleja del confesionario entra en una grave crisis de identidad”.

El cardenal alemán, gran amigo de Benedicto XVI, identificó en el alejamiento del sacramento de la penitencia “una de las principales causas de las múltiples crisis del sacerdocio en los últimos cincuenta años”.

En este contexto, puso de relieve que “la llamada crisis del sacramento de la Penitencia no sólo se debe al hecho de que la gente ya no se confiesa, sino a que los sacerdotes no estamos en el confesionario. Un confesionario en el que hay un sacerdote, en una iglesia vacía, es el símbolo más apasionante de la paciencia de Dios, que espera. Así es Dios, que nos espera toda la vida. Por el contrario, si se pierde en gran parte este ambito esencial del servicio sacerdotal, entonces nosotros, los sacerdotes, caemos fácilmente en una mentalidad funcionalista o realizamos una mera técnica pastoral”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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