Pasos importantes en el diálogo con los anglicanos tras el viaje al Reino Unido

Los ecos positivos sobre el viaje apostólico de Benedicto XVI al Reino Unido siguen siendo noticia. Ayer el mismo Papa lo calificó de “acontecimiento histórico” que ha marcado una nueva fase importante en la historia larga y compleja de las relaciones entre esas poblaciones y la Santa Sede.

El viaje, como se sabe, tuvo una clara dimensión ecuménica. El arzobispo Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que acompañó al Santo Padre al Reino Unido, destacó el encuentro con el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en su residencia -el Lambeth Palace-, y sobre todo la oración común frente a la tumba de Eduardo el Confesor, el rey inglés venerado como santo en ambas tradiciones.

Monseñor Koch, que acaba de relevar al frente del dicasterio al cardenal Kasper, puso de relieve la sintonía entre el Papa y el primado de la Comunión Anglicana en proponer un testimonio común en una sociedad secularizada; algo absolutamente necesario hoy día.

En el último discurso del viaje, el pontífice hizo referencia a la Constitución Apostólica “Anglicanorum coetibus”, y pidió a los obispos que fueran generosos en su aplicación. El motivo de esta petición, según monseñor Koch, es que existen sobre todo, problemas prácticos, dada la inexperiencia en este sentido. Por ejemplo: ¿cómo proceder en el caso de que una entera comunidad anglicana quiera entrar en la Iglesia católica con su obispo? ¿Cómo integrar a estos grupos y a los obispos a través de la institución de un ordinariato personal?

Otro tema crucial es el del primado del Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, en el primer milenio, que están debatiendo estos días en Viena los miembros de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto.

Según el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos se trata de “un nudo crucial en las cuestiones históricas y doctrinales entre Oriente y Occidente”. Teniendo en cuenta que hay diferencias de interpretación sobre los testimonios y fundamentos escriturísticos y teológicos, “es muy interesante –explica- que las dos partes se esfuercen en leer los textos a través de un análisis común y una hermenéutica compartida. Sólo de este modo se puede cambiar la visión de las cosas y retomar un viaje fructífero hacia el futuro”.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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