El Papa reacciona ante la falsa 'asamblea de católicos chinos' convocada por el Gobierno chino

El llamamiento que hizo Benedicto XVI el pasado miércoles pidiendo oraciones por los fieles católicos de la Iglesia en China, que están atravesando un momento especialmente difícil, es algo insólito.

Hace unos días, las autoridades chinas y las de la Asociación de la Iglesia Patriótica controlada por el gobierno decidieron que se procediera a la ordenación episcopal ilícita, sin el mandato del Papa, del nuevo obispo de Chengde (provincia de Hebei), monseñor Joseph Guo Jincai.

La Santa Sede ya advirtió con un duro comunicado que el hecho de que varios obispos en comunión con el Papa fuesen obligados por oficiales del Gobierno a asistir a la ordenación episcopal, sería considerado una grave violación de la libertad religiosa y de la libertad de conciencia.

Sin embargo, el llamamiento de Benedicto XVI de hace un par de días está más bien relacionado con un evento que tendrá lugar en los próximos días. Se trata de la celebración -del 7 al 9 de diciembre-, de la Asamblea de los católicos chinos, una iniciativa que está bajo el control del gobierno y de la Asociación Patriótica.

La invitación de Benedicto XVI a los obispos para que sean valientes en su testimonio, se debe al hecho de que en estas horas están siendo presionados e intimidados para que asistan a la reunión. El Papa ha querido hacer saber que no se ha olvidado en ningún momento de la Iglesia en China, y es más, pide a la Iglesia universal que rece por los católicos de China.

La referencia explícita a “la comunión con la Iglesia universal” no es casual. El Papa recuerda que no pueden existir iglesias nacionales separadas de Roma y por tanto, que la comunión con el Romano Pontífice es un elemento esencial del ser católico.

Sin embargo, las palabras del Papa tienen también un tono sereno, porque recuerda que la Iglesia de Roma no tiene la intención de “entrometerse” indebidamente en la vida del Estado y no tiene ningún interés político. Al contrario, desea contribuir a la armonía y al bien común del pueblo chino.

En la carta que escribió en mayo de 2007 a los fieles de la Iglesia Católica en la República Popular China, el Santo Padre hacía hincapié en que la clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe y de no aceptar injerencias de organismos estatales en lo que atañe a la intimidad de la vida de la Iglesia.

Por Alfonso Bailly-Bailliére

 

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