El Papa se reúne con miles de familias croatas y reza ante la tumba del cardenal Stepinac, mártir del comunismo

Benedicto XVI inicia este sábado su primer viaje a Croacia y el cuarto de un Papa a este país de mayoría católica (el 90% de la población), que declaró su independencia de Yugoslavia en 1991, es decir hace veinte años y se prepara para entrar en la UE.

El pasado 11 de abril, cuando recibió al nuevo embajador de Croacia ante la Santa Sede, Filip Vuçak, Benedicto XVI resaltó las raíces cristianas de la nación balcánica y destacó que su entrada en la UE deberá hacerse con el “total respeto a su cultura y a su vida religiosa”.

El decimonoveno viaje apostólico fuera de Italia del Santo Padre se limitará a la capital, Zagreb, y el motivo principal es la Jornada nacional de las familias católicas croatas, que tendrá lugar mañana domingo en el Hipódromo en el que en 1994 Juan Pablo II reunió a un millón de fieles. Esta noche participará en una vigilia de oración con jóvenes en la plaza Josip Jelačič.

Por la tarde del domingo, celebrará las vísperas en la Catedral de Zagreb junto con los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, y venerará la tumba de Alojzije Stepinac, mártir del régimen comunista yugoslavo, beatificado por Juan Pablo II el 3 de octubre de 1998, durante su segundo viaje a Croacia.

El 8 de mayo de 1998 se cumplió el centenario del nacimiento de Stepinac, arzobispo de Zagreb durante la II Guerra Mundial, nombrado cardenal. Aunque fue acusado de colaborar con el régimen Ustacha, la realidad fue más bien otra. Alzó la voz para condenar el racismo y defender los derechos de todos: serbios, judíos, gitanos, católicos, musulmanes, ortodoxos, etc.

Murió en 1960, después de 13 años y cuatro meses de prisión, que le fue impuesta por los líderes comunistas de la entonces Yugoslavia. Su principal “crimen” fue la defensa de la unidad de la Iglesia Católica en Croacia, y de su unidad con la Sede de Pedro.

En 1992, tras la creación de una Croacia independiente, el Parlamento croata aprobó una declaración en la que condenaba el proceso político y la sentencia dictada contra el cardenal Stepinac. El 8 de febrero de ese año, la Oficina de Prensa de la Santa Sede publicaba un comunicado sobre el establecimiento -ese mismo día- de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Croacia, Eslovenia y Ucrania.

Con respecto a Croacia, el comunicado decía que después del final de la II Guerra Mundial, “comenzó otra página, a la vez triste y gloriosa, en la historia de la Iglesia Católica, que tuvo como símbolo el sufrimiento del arzobispo de Zagreb, Alojzije Stepinac, firme defensor de los derechos de Dios y del hombre, e injustamente condenado a prisión. Este veredicto se debió principalmente al hecho de que rechazó erigir una Iglesia nacional croata separada de Roma”.

Alfonso Bailly-Bailliére

 

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