Newman y los fieles laicos

Newman es una figura puntera inglesa y universal. Fellow de Oxford, con 23 años, anglicano. Un estudioso, un intelectual, amigo de sus amigos, creador junto con otros del movimiento de Oxford; una corriente cristiana que pretendía anclar en el anglicanismo la via media, entre la Iglesia ortodoxa y la Católica. No estaba de acuerdo en la excesiva dependencia de la Iglesia anglicana del poder temporal inglés, lo que la hacía demasiado acomodaticia con el poder y poco independiente. Con ahínco lee y estudia a los Padres de la Iglesia, la tradición cristiana, las Escrituras.

Es nombrado capellán de Oxford ( a donde los católicos tenían prohibido ir a estudiar). Sus sermones eran brillantes. A los 40 años está en plena cresta de la ola y en una madurez creativa; pero con la gracia de Dios y sus estudios llega a la conclusión de que la tradición de Cristo está en su plenitud en la doctrina, los sacramentos, la liturgia y la moral de la Iglesia católica y se hace católico.

Eso supone renunciar a Oxford, críticas de traidor de sus amigos anglicanos, desconfianza en la jerarquía católica que lo ve como un hombre demasiado liberal y moderno. Newman abominaba de lo que podríamos llamar el "mundo católico": el fideísmo, la desconfianza de la razón, el pietismo santurrón, el "ordeno y mando", pero se hizo católico por convicción, en conciencia; a pesar de que suponía renunciar a su prestigio en el mundo anglicano, a la capellanía de Oxford, a su sueldo anglicano.

Escribió la "apología pro vita sua", la historia de su conversión y la respuesta a quienes le tachaban de traidor. Inspirador muy directo de lo que sería el Concilio Vaticano II, defensor de la conciencia bien formada, de la alianza entre Fe y Razón, precursor de la dignidad e importancia del laicado. Fue nombrado Cardenal. Ha sido beatificado por Benedicto XVI en su viaje a Inglaterra. Por Newman me interesé gracias a mi amistad con José Morales Marín, teólogo de la Universidad de Navarra y el mejor conocedor de la figura y pensamiento de Newman en habla hispana.

Esto decía Newman sobre el laicado, los católicos de a pie de la Iglesia: “Quiero un laicado, que no sea arrogante, ni “charlatán”, ni polemizador, sino hombres [y mujeres] que conozcan su religión, que entran en ella, que saben dónde están, que saben lo que tienen y lo que no, que conocen su fe tan bien que pueden dar testimonio, que saben mucho de la historia que se puede defender. Quiero un laicado inteligente, bien instruido, […que…] entienda cómo la fe y la razón están cada una en la base y los principios del Catolicismo”. 


 
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