Mensaje al Gobierno

Es cierto que hasta el presente no sabemos el contenido de las reuniones de la Comisión Mixta Gobierno-Conferencia Episcopal, principalmente en materia educativa. Lo que sabemos es de la fluidez de las relaciones entre el Presidente de la Conferencia, cardenal Rouco Varela, y la Vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Muestra de ello fue la relajada conversación que mantuvieron en la recepción de la Nunciatura Apostólica en días pasados.

Pero lo que sí sospechamos es que la Iglesia no va a perder la oportunidad de recordar los términos de los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado que aún no se han desarrollado, o que la larga marcha de los años ha convertido en un laberinto, como por ejemplo el caso y la causa de la clase de religión. Lo que no parece muy adecuado es pedir un paso más en el estatuto de los profesores de religión, respecto a la configuración de la función pública, tal y como están ahora las cosas con los funcionarios. Aunque, pro el bien de todos, no estaría de más clarificar algunos aspectos en esta materia.

Dicho lo cual, volvamos al reciente editorial de la Revista Ecclesia, en su tenor literal, que lleva por título "Lo que también se debería incluir en la reforma educativa en España". Texto que aclara previamente que la reforma educativa planteada por el ministro José Ignacio Wert no tiene grandes objeciones y que sería deseable que se hiciera con "voluntad real de diálogo y de consenso y la toma responsable de conciencia de la imprescindible tarea de mejorar el sistema educativo español, que precisamente no goza, ni mucho menos, de buena salud".

Lo que el editorial de Ecclesia pide es lo que sigue: "Y lo que asimismo se debería inexcusablemente incluir en dicha reforma es la recuperación del carácter plenamente académico y evaluable de la asignatura de Religión con una correspondiente y entitativa alternativa. Porque pasan los años, los Gobiernos y los planes y proyectos de reforma, y llevamos casi dos décadas con una asignatura de Religión injusta e innecesariamente devaluada. Y ello, entre otras consecuencias, es además contrario a la voluntad de los padres que, en su legítimo derecho a pedir educación religiosa para sus hijos, ven, de este modo, infravalorada y quebrantada su decisión".

Quien tenga oídos, que oiga.

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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