Jerusalén, ciudad de la paz, y el Nobel de la Paz

«Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios”». Son versos del salmo 121 que entonaban los peregrinos israelitas cuando llegaban a Jerusalén y divisaban el templo desde alguna de sus colinas. Jerusalén en hebreo significa ciudad de la paz. Los musulmanes conquistaron Jerusalén a mediados del siglo VII. La denominaron Iliya, transcripción árabe de su nombre romano, Aelia Capitolina, que fue sustituido por el de Bayt al-Maqdis, la Casa del Santo. En árabe moderno se denomina así o solamente Lo Santo.

Shourouk Dwayyat, una joven palestina de 18 años, apuñaló está semana a un israelí sumándose a la corriente de apuñalamientos de los jóvenes palestinos contra ciudadanos israelíes. Proclaman en Facebook que Jerusalén está sedienta y que sólo la sangre saciará su sed. Ismael Radwan, dirigente de Hamas en Gaza y profesor en la Universidad Islámica, convocó este viernes a los jóvenes a ir a Jerusalén para luchar en la tercera Intifada. Los universitarios acogieron su invitación al grito de «¡Alá es Grande!». Israel pretende cambiar el statu quo de la explanada de las mezquitas y compartir con los musulmanes el santuario que los judíos consideran el Monte del Templo, en manos palestinas. Los palestinos han visto amenazado su espacio sagrado. Las autoridades israelíes afirman que es una propaganda falsa.

Imad Twal, patriarca latino de Jerusalén, ha condenado este nuevo derramamiento de sangre y ha emplazado a israelíes y palestinos a sentarse a negociar sobre bases sólidas y justas, de acuerdo con las resoluciones previstas por la ONU. «No podemos tolerar actos de odio y el derramamiento de sangre como fuerza de ley en esta tierra con tres religiones sagradas. Instamos con insistencia a las oraciones por todos los fieles, por el bien de la Tierra Santa, su gente, y por Jerusalén, ciudad de la paz». El Cuarteto Nacional de Diálogo de Túnez va a recibir el premio Nobel de la Paz por su contribución para establecer un proceso político alternativo y pacífico en un momento en el que el país estaba al borde de la guerra civil, como ha explicado la presidenta del comité del Nobel. Según los analistas políticos, Túnez muestra por dónde ha de transitar el camino en la búsqueda de soluciones a los enfrentamientos armados en Siria, Libia, Palestina o Yemen: la fuerza de la negociación y el diálogo de las instituciones civiles. Sin lugar a dudas, es una noticia alentadora que sólo se puede recibir con alegría.

En el curso de los siglos, pero, muy especialmente, desde la segunda mitad del XX, la tierra de Jerusalén se ha empapado con la sangre de judíos, cristianos y musulmanes, involucrados en un doloroso conflicto en el que se mezclan los intereses políticos, económicos y religiosos, tanto de las partes implicadas como de las potencias occidentales y árabes. El patriarca de Jerusalén sabe que la solución pasa por el diálogo y la negociación. Pero, con una intuición más profunda, sabe también que la verdadera solución del problema supera a la política. Sabe que Dios es capaz de intervenir en la Historia y cambiarla. Sabe que en nuestro mundo no se puede poner orden sin Dios, contando únicamente con nuestras propias capacidades y reconociendo sólo como verdaderas las capacidades políticas y materiales. Es la gran tentación en la que han caído siempre las tres religiones y que tienen que seguir venciendo. Creer que Dios puede cambiar los corazones sedientos de sangre y hacer sitio en ellos para el perdón y la paz es la prueba más evidente de que Alá es Grande. Acoger esta creencia es un desafío audaz tanto para el islam violento como para la Europa laicista. ¡Recojamos esta invitación a la plegaria del patriarca y confiemos con certeza en que el Santo puede reinar en toda su Casa santa! Entonces toda la tierra será santa y Jerusalén la ciudad de su paz.

 
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