Don Juan José Asenjo

En los últimos días se han publicado, en la prensa regional de Andalucía, varias entrevistas al arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo. Las principales, que ahora destacaría, en el “ABC” de Sevilla y en “El Correo de Andalucía”. Diálogos periodísticos con temas comunes, con pasiones y pulsiones de vida espiritual, eclesial, y, cómo no, con perdón, “cofradieros”.

Lo que no se puede negar es que don Juan José, además de ser un obispo bueno es un obispo sincero. Por ejemplo, cuando dic, en el “ABC”, respecto a su episcopado, que “puedo dar la impresión de que en cuenta de resultados, es más lo negativo que lo positivo en Sevilla, pero no es verdad. Estoy contento de estar en Sevilla, que es donde Dios quiere y haciendo lo que Dios quiere, porque me está dando salud y fuerza para estar dedicado a Sevilla con alma, corazón y vida. No es verdad que me iría si me dejaran”.

Reconoce don Juan José, en “El Correo”, que al principio de su presencia tuvo “alguna incomprensión que ya he perdonado. (…) Yo lo que sí puedo decir es que he trabajado dejando lo mejor de mí mismo al servicio de este pueblo y de esta Iglesia, a los que quiero. Me siento en familia y estoy contento porque estoy donde Dios quiere que esté. Habrá imperfecciones, pero yo estoy poniendo aquí alma, vida y corazón”.

Una constante en ambas entrevistas es la pregunta sobre las nuevas Normas Diocesanas para las Hermandades y Cofradías que, anuncia don Juan José, están en la mesa de escritorio de uno de los obispos del sur de España para su redacción, encargo de sus hermanos en el episcopado. El modelo de normativa seguiría el del reciente documento sobre el uso extralitúrgico delos templos. En esas normativas, una cuestión peliaguda será la de la contribución económica de las Cofradías al Fondo Común de la diócesis.

Preguntado por Aurora Flórez, en el “ABC”, si vendería algún bien de la Iglesia para los pobres, el arzobispo de Sevilla contesta que estaría dispuesto a hacerlo con alguna posesión agrícola, pero no con el patrimonio.

Por último hay que destacar un momento especial en la entrevista con José Gómez Palas, de “El Correo”. Aquel en el que don Juan José, el mejor don Juan José, el auténtico don Juan José, confiesa que en una visita privada a la iglesia del Sagrario para rezar a solas ante la imagen de la Virgen Macarena, cuando se postró de rodillas, parecía “como que la Virgen me estaba mirando”. Entonces, brotaron las lágrimas de sus mejillas y de su corazón. Lágrimas de amor de un arzobispo por su Iglesia.

 
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