Don Braulio y los misioneros

La revista Illuminare, de Obras Misionales Pontificias, ha preparado un número especial con motivo del próximo Domund, en el que publica una interesante entrevista al arzobispo de Toledo y Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Braulio Rodríguez Plaza. 

Son muchos lo temas que aborda la entrevista, firmada por Paula Rivas. Dos  de ellos no menores se refieren a la diferencia entre los misioneros y los activistas sociales, o voluntarios sociales, digamos, y al de las vocaciones a la misión dentro de las Congregaciones religiosas. 

A la primera cuestión, el arzobispo de Toledo contesta que “en general al mundo no le interesa mucho la evangelización, pero es sensible a la ayuda social a tantas gentes que viven en los países llamados de misión. De todas formas, es importante que se oiga en esta sociedad que los católicos hablamos de nuestra fe, de Jesucristo, y que apreciamos esta actividad eclesial: ¿cómo van a conocer que nos importa el Señor y la fe, si no hablamos con entusiasmo de ella y, en concreto, de la misión ad gentes?”

Más prolífico es en la respuesta a la pregunta sobre el descenso de las vocaciones misioneras, un dato que ha caracterizado a la Iglesia en España. 

Dice monseñor Rodríguez Plaza que el hecho de que “España esté a la cabeza de los países que envían misioneros se debe a algunas causas concretas. La primera es que los institutos de vida consagrada han contado con muchas vocaciones en los últimos 80 o 70 años, y fueron muchas las religiosas y religiosos que soñaban con ir lejos a servir a los más necesitados. Tal vez permanecía en esos institutos misioneros la fuerza que la misión ad gentes experimentó ya desde la mitad del siglo XIX, e incluso esa fuerza que arranca con el descubrimiento de América y otros lugares a finales del siglo XV y comienzos del XVI. En aquellos momentos se puede decir que España y Portugal eran “naciones misioneras”. Y no cabe duda de que se nota cuánto arrastró y arrastra san Francisco Javier”. 

Pero, qué ocurre en la actualidad. Don Braulio tiene las ideas claras, y cuando pisa lo hace en tierra. Es contundente al confesar que “barrunto que mantener esta realidad tiene que ver con un constante descubrimiento de Jesucristo, enviado a todos los hombres, y la capacidad que su Persona tiene para cambiar la vida del que le conoce y, por eso, cambiar la sociedad hacia otra más justa y más humana. Lógicamente, nada haremos si no favorecemos la llamada y vocación misionera, una forma tan hermosa de seguir a Cristo pobre y misericordioso”. 

José Francisco Serrano Oceja


 
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