Después de la JMJ

Las riendas de la Iglesia siempre están en las manos de Dios Espíritu Santo, aunque ni los hombres ni las mujeres entendamos muchas veces el movimiento de esas manos.

Terminados los discursos, y como una primera reflexión, quiero señalar tres textos del Papa que, en mi opinión, pueden servir de fondo para una visión de conjunto de lo sucedido entre el santuario de la Aparecida y las playas de Copacabana.

Con estas palabras, el Papa Francisco ha recordado la situación de una buena parte del mundo occidental:

"La globalización implacable, la urbanización a menudo salvaje, prometían mucho. Así que muchos se han enamorado de las posibilidades de la globalización, y en ella hay algo realmente positivo. Pero muchos olvidan el lado oscuro: la confusión del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a cualquier "nido", la violencia sutil pero implacable, la ruptura interior y las fracturas en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace de la vida un infierno, la necesidad de ternura por sentirse tan inadecuados e infelices, los intentos fallido de encontrar respuestas a la droga, el alcohol, el sexo, convertidos en otras tantas prisiones".

Es difícil no estar de acuerdo en que más que un diagnóstico, es apenas un reflejo de la realidad ante la que muchos cierran los ojos y vuelven la cara. También por miedo a enfrentarse con los hechos y por la conciencia de que no vale la pena resolver nada.

La Iglesia, el Papa, miran de frente a la realidad y se preguntan: ¿Cómo comenzar a superar la "confusión de sentido de la vida"?

"Oración, sacramentos y la ayuda a los demás". Fue el grito que el Papa hizo repetir a los jóvenes en la Vigilia de Copacabana. Oración, porque es un encuentro personal con Dios, con Cristo y en el Espíritu Santo. Sacramentos, porque Cristo vive con nosotros en los Sacramento: en Él nacemos "hijos de Dios" en el Bautismo; Él es Quien perdona los pecados en la Reconciliación; Él es nuestro alimento, en la Eucaristía. Ayuda a los demás , salir de nosotros, amar a los demás, sufriendo y alegrándonos con ellos.

Y, la mejor ayuda a los demás, caminar con ellos para que descubran la Fe, si la han perdido; o ayudarles a abrir el corazón para recibirla, si nunca la han tenido.

"El hecho es que actualmente hay muchos como los dos discípulos de Emaús; no sólo los que buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos, sino también aquellos que parecen vivir ya sin Dios, tanto en la teoría como en la práctica".

 

El Papa anima a todos los cristianos a ser otros Cristo en el camino de Emaús.

En Brasil se habló poco de la familia, es cierto, como se habló poco del noviazgo vivido con la alegría de la donación total, en cuerpo y alma, en el matrimonio, llegando vírgenes a ese momento. Como tampoco se habló de la defensa de la vida del concebido y no nacido. A una pregunta en el avión de regreso, el Papa dijo que eso los jóvenes ya lo saben. Por desgracia no está tan claro que los jóvenes lo sepan; es más, muchos jóvenes, y muchos ancianos, no lo saben, o no quieren saberlo, por eso la Iglesia lo recuerda sin cesar.

Y como continuación de Brasil, son muy de agradecer las palabras del Papa hablando del próximo sínodo de los obispos.

"Hace quince días encontré a Monseñor Eterovic, secretario del sínodo, para escoger el tema de la próxima asamblea, que será sobre cómo la fe ayuda a la familia"

Es la familia el "nido", el hogar, donde las llamas del amor de Dios y de los hombres, no se apagan nunca; y donde esos horizontes de la JMJ podrán echar verdaderamente raíces.

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com

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