Editado por Obras Misionales Pontificias

La guía “Compartir la misión” ofrece más de 50 planes de voluntariado en países menos desarrollados

El sacerdote Juan Martínez explica que el joven debe prepararse para enfrentarse a situaciones de pobreza o barreras culturales

Portada de la guía Compartir la misión 2016.
Portada de la guía Compartir la misión 2016.

Obras Misionales Pontificias ha editado la guía “Compartir la misión”, en la que ofrece más de 50 propuestas actualizadas sobre grupos, asociaciones y congregaciones para irse de voluntariado este verano a algún país de África, Asia o Latinoamérica. El coordinador de esta publicación es el sacerdote Juan Martínez Sáez, del consejo de jóvenes de Obras Misionales Pontificias. 

Esta guía recoge testimonios de jóvenes que han vivido experiencias de misión durante los meses de verano. El sacerdote Juan Martínez Sáez afirma a Religión Confidencial que en España tenemos la suerte de que está muy viva la conciencia misionera y solidaria, “por eso existen muchas instituciones de todo tipo que se preocupan de fomentarla entre los jóvenes”.

Se trata de instituciones misioneras, delegaciones de misiones, grupos de parroquias, delegaciones de pastoral juvenil, capellanías universitarias, ONG’s de inspiración cristiana, etc. El  hashtag #VeranoMision, recoge las experiencia de estos jóvenes.

Antes de que un joven emprenda una misión, se pide a los voluntarios que reciban una formación adecuada. “Para ayudar a los demás hay que tener una serie de actitudes que deben haber practicado porque no se improvisan; la capacidad de escucha y de acogida, la empatía o la franqueza tienen unas raíces humanas universales pero, aunque no lo parezca, también deben ser aprendidas y ejercitadas. Mucho más cuando se trata de compartir con personas de ambientes socio-culturales distintos a los nuestros”, asegura Juan Martínez a este Confidencial.

 En esta línea,  se celebra en la Universidad Eclesiástica de San Dámaso el IV curso de misionología,  destinado especialmente a alumnos de teología o ciencias religiosas, miembros de las delegaciones diocesanas así como voluntarios que se preparan para una experiencia misionera y solidaria. Tendrá lugar en régimen de internado del 1 al 6 de julio.

Con qué institución

Para elegir institución, el joven puede informarse en las entidades que  organizan este tipo de experiencias que aparecen en esta guía o también, a través de las Delegaciones de Misiones de las diferentes diócesis.

¿Existen algunos riesgos según los distintos países a los que acude? “Por supuesto – afirma en sacerdote de las OMP-. Y más cuando se va a países que no tienen las condiciones de desarrollo que tenemos nosotros; riesgos para la salud o accidentes, pero también el choque de la cultura o lo duro que puede ser el contacto con las pobrezas humanas. Por eso hay que insistir en la importancia de la preparación; sin ella, se corre el grave peligro de que la experiencia sea contraproducente. Luego, en el lugar de destino, están siempre acompañados por las instituciones que lo organizan, para reaccionar inmediatamente ante cualquier problema”.

Juan Martínez recuerda que irse de misión no es realizar un viaje de turismo, sino exponerse a la vida cotidiana de personas que no disfrutan de nuestro nivel de vida. Sin embargo, “normalmente no se va a los lugares más difíciles y si se desencadena un conflicto social o una emergencia sanitaria inmediatamente se cancela. En cualquier caso, el beneficio que se obtiene es mucho mayor que los posibles riesgos: enriquece mucho la vida del joven ya que le hace conocer lo variado que es nuestro mundo”.

 Latinoamérica, África o Asia

Para los voluntarios no hay ninguna diferencia a la hora de hacer una experiencia misionera y solidaria en cualquier país en vías de desarrollo. Pero los retos son más grandes cuanto mayor es la diferencia de los contextos: “En Latinoamérica, la familiaridad del idioma o la cultura favorece mucho el intercambio; en África, el contacto con la pobreza puede ser muy impactante, mientras que en Asia las diferencias de lengua, de cultura y de tradiciones son una barrera bastante difícil de superar en una experiencia de corta duración. Por tanto, tienen que tener mucho más interiorizadas la capacidad de apertura y de intercomunicación”, explica el sacerdote.

Realizar un voluntariado con alguna institución de la Iglesia Católica es distinto a irse con un ONG no confesional: “La diferencia evidentemente es la dimensión de fe. Esto no resta ningún valor a las ONG’s no confesionales, ya que la solidaridad es un valor universal. La dimensión espiritual de la fe en Cristo es un valor adicional que enriquece más aún la experiencia solidaria. He recibido más de lo que he dado, es la expresión normal de los jóvenes”, explica el sacerdote de Obras Misionales. 

 

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