Comienza el interrogatorio al cuervo del Vaticano

Paolo Gabriele, por ahora único imputado en el caso de los Vatileaks ha comenzado a prestar declaración ante el Juez instructor, el promotor de justicia del Vaticano y sus dos abogados. Un paso más cerca de saber por qué lo hizo y quienes son sus cómplices.

Paolo Gabriele lleva retenido en prisión cautelar desde el miércoles 23 de mayo. Se encuentra en una de las tres celdas que tiene el Estado Vaticano y que llevan sin ser usadas unos 14 años. Una habitación del palacio de la Gendarmería de cuatro metros cuadrados, con una ventana y de la que cuelga un crucifijo como única decoración y que hace aún más palpable que esperará no sólo el juicio del tribunal del Vaticano, sino otro que vendrá al final de sus días.

Desde el primer momento los dos abogados de Paolo Gabriele, amigos de la infancia del mayordomo, declararon a la prensa, con un comunicado escrito, la profunda voluntad de cooperación del mayordomo. Ahora se verá si esta voluntad es cierta o no, porque deberá responder a las preguntas del juez instructor. ¿Qué le motivo a hacer esto? ¿Quién más está involucrado en el caso? ¿Cuál era su manera de actuar? ¿Cómo hacía para sacar los documentos de la misma mesa del Papa? Sería estupendo, clarificador, que Gabriele contestara todas las preguntas con sinceridad y sin miedo, pero el mayordomo del Papa puede reservarse el derecho de responder, por lo que es muy probable que no lo haga y los tiempos del interrogatorio y del juicio se alarguen.

De cualquier manera, habrá que esperar a que finalice la investigación no sólo la que realiza la Gendarmería vaticana, sino la que está llevando a cabo la comisión creada por Benedicto XVI y que debe rendir cuentas sólo ante el Papa. Una investigación que se desarrolla de manera mucho más sutil, pero que pasa por todos los niveles del Vaticano y de la que quizás nunca trascenderán los resultados. Por eso, tras el juicio al que se someta Gabriele y la resolución de esta novela habrá que seguir atentos a los movimientos vaticanos que se produzcan en los meses sucesivos a la eventual condena, porque si de algo es experto el Vaticano, a pesar de la mala imagen reciente, es en discreción.

Comienza el interrogatorio, comienza el juego, aunque la partida lleva planeándose años y Paolo Gabriele parece ser en ella, tan sólo un peón, una mera ficha dentro de un tablero mucho más complejo y trascendental que va más allá del robo y difusión de documentos reservados. Será una partida compleja que no se resolverá con tan sólo una jugada y para conocer al vencedor, al vencido, al vendido y al traicionado sólo hace falta tiempo y estar atentos.

 

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