Encuentro Madrid

En Alepo (Siria) solo quedan trece franciscanos con pobres y enfermos que no pueden escapar

Padre Ibrahim: “Los bombardeos habían cesado pero han vuelto con fuerza”. Han abierto un pozo de agua al que acuden cristianos y musulmanes

El padre Ibrahim por skype, conversando con Martino Diez, de la Fundación Oasis.
El padre Ibrahim por skype, conversando con Martino Diez, de la Fundación Oasis.

El padre Ibrahim, uno de los trece franciscanos que permanece en Alepo, (Siria), ha clausurado vía Skype el Encuentro Madrid, un evento organizado por personas vinculadas al movimiento Comunión y Liberación. Durante el acto dialogó con Martino Diez, director científico de la Fundación Oasis, una entidad presidida por el cardenal Angelo Scola que busca un acercamiento entre cristianos y musulmanes.  

Una pequeña comunidad de franciscanos se enfrenta en Alepo al terror de la guerra y a sus consecuencias más nefastas. “No tenemos agua, llevamos cuatro días sin electricidad. No tenemos comida. Los bombardeos habían cesado pero han vuelto con fuerza”, ha relatado durante la clausura del Encuentro Madrid.

El franciscano ha afirmado que su misión es permanecer en un lugar en el que “los únicos que quedan son los pobres y los enfermos que no pueden escapar. Nosotros hemos decidido permanecer aquí y ayudar, en la medida de nuestras posibilidades, a los afectados por la guerra. Permanecer aquí es testimoniar a Cristo”.

Estos trece franciscanos de Alepo se centra en tres necesidades: el agua, la salud y la compañía. “Hemos abierto nuestro pozo que se ha convertido en un oasis en mitad del desierto: a él acuden niños y ancianos, hombres y mujeres, musulmanes y cristianos. Hemos conseguido traer medicinas, pero lo más importante que tenemos que ofrecer es nuestra paz”.

Cada refugiado es Cristo

El padre Ibrahim hace un llamamiento al mundo occidental: “No tener miedo a los  refugiados: cada uno de ellos es Cristo mismo. Vivimos en la locura de la guerra, de la codicia, del fundamentalismo. ¡Pero frente a ella está la locura de Cristo!”.

Para Martino Diez, director científico de la Fundación Oasis, “el mayor conflicto se encuentra en la concepción del Islam: no es sólo una cuestión religiosa, sino que promueve un sistema político”.

Diez es un gran conocedor del mundo árabe, especialmente de Siria, y ha estudiado en profundidad los movimientos de las primaveras árabes. "Cuando comenzaron las revoluciones, había dos teorías sobre quién las llevaba a cabo: la primera dice que eran personas favorables a la democracia que querían acabar con los regímenes dictatoriales (por ejemplo, Siria); la segunda dice que eran, en realidad, terroristas, fundamentalistas, que querían implantar el Estado Islámico. La verdad está a medio camino entre ambas teorías”, afirma.

En septiembre de 2011 este movimiento de protesta se convirtió en un movimiento armado, y por lo tanto ha comenzado lo que es claramente una guerra civil en Siria.  Este devenir histórico y la post-revolución ha provocado que existan más de 60 millones de desplazados forzosos en el mundo y que seis de ellos sean sirios, explicó en el encuentro Pablo Llano, director de la ONG Cesal.

Desde Cesal, que trabaja especialmente en los 26 campos de refugiados existentes en el Líbano, se han centrado en dos puntos: en la educación, “para que pueda existir un futuro”, y en la creación depuestos de trabajo, “porque la gente necesita volver a sentirse útil, pensar que puede construir su propio futuro”.

En este sentido, ambos ponentes han expresado que “la religión, como punto de encuentro entre personas, forma parte de la solución, no del problema”. 

 

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