Los Viri Probati y la falta de Eucaristía

Indígenas peruanos durante la visita del Papa

Reconozco que me ha sorprendido. En estos días he escuchado a algunos sacerdotes, nada sospechosos de apoyar a ultranza la ordenación de hombres casados para la  Amazonia - Viri Probati- el vacío que sienten muchos católicos en este tiempo de confinamiento sin los sacramentos. 

El consuelo es la comunión espiritual y ser conscientes de que este es un tiempo de prueba y que la Gracia de Dios llega de todos modos. Pero tras casi 50 días de estado de alarma, muchos empiezan a anhelar el día que volverán a misa y a comulgar. 

Pues bien, decía que me ha sorprendido la reflexión que he escuchado de esos sacerdotes: "Algunos fieles han experimentado en estos días cierto dolor por no poder comulgar ni asistir a misa y han caído en la cuenta de lo que pueden sufrir muchos otros fieles de la Amazonia por la privación de la Eucaristía y de los sacramentos", comentaban. 

La inmensa mayoría de los católicos del mundo se han quedado sin misa, sin comunión, sin confesión por culpa del coronavirus. Y miles de personas de la lejana Amazonia no pueden comulgar ni asistir a misa, por falta de curas. 

Algunos de esos sacerdotes comentaban además que muchos fieles están indignados con el Gobierno por prohibir el culto, y también con la jerarquía por no haber luchado más para que se permitieran las misas públicas, guardando siempre las medidas de seguridad. 

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Quizás, son los mismos que, bajo ningún concepto, apoyaban la ordenación de hombres casados de probada virtud para llevar la Eucaristía y los sacramentos a miles de personas en la Amazonia. 

Ahora, sin poder comulgar ni asistir a misa, puede que nos demos cuenta un poco más de la necesidad de los sacramentos, también para todas esas poblaciones evangelizadas. 

No quiero entrar a juzgar la conveniencia o no de la ordenación de hombres casados porque el Papa Francisco ha cerrado esta puerta y porque, además, en el debate que surgió entorno al Sínodo de la Amazonia, se barajaban distintas reflexiones, algunas de ellas no con las mejores de las intenciones de ayudar a esas gentes perdidas de la mano de Dios, sino con la pretensión de destruir una de las mayores riquezas del sacerdocio: el celibato como don precioso y entrega para el bien de las almas. 

Y por eso digo que me he sorprendido. Porque este confinamiento me ha hecho comprender mejor a tantos cristianos perseguidos y a tantos pueblos sin sacerdotes, privados de los sacramentos de la Iglesia Católica. Yo hoy me solidarizo con ellos. 

Zenón de Elea.