No se suicidó gracias a un sacerdote, un seminarista y un repartidor

Increíbles las escenas recogidas por Terra en exclusiva y que puede visiualizar aquí. Un hombre está a punto de tirarse al vacío desde el puente de Segovia. Los transeúntes pasan y miran sorprendidos aunque nadie para. Hasta que un sacerdote se percata de la situación y frena en seco para hacer lo que mejor sabe: salvar almas.

Habla con el hombre, intenta convencerle. Él le dice que la vida no merece la pena, según relató, más tarde, uno de los protagonistas del suceso. Se suma también un seminarista. El hombre asegura que es un pecador. Y sigue empeñado en saltar. Pero sus tres ángeles de la guarda consiguen evitarlo.

En una sociedad en la que el individualismo y la falta de trascendencia le han comido el terreno a las razones para vivir, tres personas anónimas, dos de ellas dedicadas en cuerpo y alma a Dios, demuestran que lo que más debe importar son las personas.

Por suerte, a aquel suicida del puente de Segovia, Dios le colocó en el camino a un sacerdote, a un seminarista y un repartidor que han sido esta vez el buen samaritano.

Zenón de Elea

 

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