Tras el revuelo de la parodia en TV3

El presentador Toni Soler.
El presentador Toni Soler.

En nuestra cultura de lo inmediato y de los impactos informativos, las reacciones inmediatas tienen su indudable sentido, pero también conviene, de vez en cuando, analizar con más sosiego esos impactos, como ya se hizo aquí el pasado 11 de abril con la parodia de la Virgen del Rocío en el programa ‘Està passant’ de TV3, el martes 4 de abril, casualmente en plena Semana Santa. ¿Casual, o no?

El director del programa, Toni Soler, ha rechazado pedir perdón por esa sátira, que a muchos ha parecido irrespetuosa, irreverente, falta de respeto a Andalucía, y a mí también me lo parece. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, así lo consideró, “falta de respeto”. Como respuesta del programa, un descortés “puedes esperar sentado”. También protestó la portavoz de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez. Y en un comunicado la diócesis de Huelva.

Judit Martín, ataviada como la Virgen del Rocío, con un muñeco simulando al Niño Jesús, se expresó de modo soez. Si en España algunos tienen especial sentido del humor son los andaluces, y en ello no destacan los catalanes.

Ha protestado la Federación de Entidades Culturales Andaluzas en Cataluña, exigiendo también disculpas.  El Consell de l’Audiovisual de Catalunya está analizando las cuatro quejas existentes “por ofensa religiosa”. También ha recibido rechazo de la Conferencia Episcopal Tarraconense, y de colegas periodistas como Carlos Herrera o Ana Rosa Quintana.

Pero casi nada es casual. El presentador de ese programa, Jaïr Domínguez, publicó un ‘tuit’ diciendo que tiene “predilección por hacer mofa de sectas controladas por pederastas”.  Es la clave de la cuestión, y así se entiende lo que pasó y su reacción. Intolerable todo ello.

El sentido del humor es excelente y hasta muy conveniente cultivarlo. Los andaluces – más de un millón emigraron a Cataluña en las décadas de los 60 y 70 – se llevan la palma, con gran diferencia, y no lo valoran como “humor”.

No voy a entrar en provocar a sugerir a ese programa que haga una sátira de alguna advocación mariana especialmente querida en tierras catalanas, también muy queridas por mí, ni de otras devociones a la Virgen muy extendidas en España. Ni de otras religiones, como alguno ha sugerido.

La ofensa y la ridiculización están en la raíz de la parodia, como ha reconocido Jaïr. No es ético ni profesional revestir de humor la bilis contra la Iglesia Católica.

Se está queriendo poner de moda el insulto sistemático a la Iglesia Católica, porque parece salir gratis y sin reacciones violentas.  A la vez, parecen haberse “entronizado” cuatro ámbitos sociales  sobre las que no se admitiría ninguna broma: el feminismo, la homosexualidad, el racismo y la ecología.

 

Interesante fenómeno para reflexionar un poco: defender los derechos de los católicos y desenmascarar un sentido del humor con una intencionalidad sectaria.

Zenón de Elea

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