Eran musulmanes los que les ayudaron

Mientras los medios de comunicación bombardean con las guerras abiertas por los islamistas radicales, la vida continúa en los lugares más remotos en los que musulmanes y cristianos mantienen una cordialidad fuera de toda duda.

Cuenta un sacerdote de Roma que visitaba un lugar de África que el coche que los trasladaba quedó atrapado en un enorme bache en el camino. El misionero al que había visitado llamó por teléfono a una aldea cercana. En un rato, empezaron a escuchar unos cánticos lejanos. Al poco, apareció un camión cargado de hombres que, en un abrir y cerrar de ojos, sacaron el coche del atolladero

El sacerdote llegado de Roma decía al misionero: “Qué maravilla. Una comunidad cristiana dispuesta a ayudar cuando haga falta”. “No son cristianos”, respondió el misionero, que formaba parte de una comunidad naciente en la que el trabajo evangelizador no había hecho más que empezar. “Son musulmanes”.

El lenguaje de la ayuda al prójimo es común a todas las religiones. Solo aquellos que lo malinterpretan caen en el error del integrismo. Los misioneros católicos que llevan a Dios con su presencia por todo el mundo saben que es su defensa de la fe la que les granjea el respeto del resto de las religiones.

Zenón de Elea

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