La mayor condena, por matar a niños no nacidos

La semana pasada, el mundo entero vivía conmocionado las noticias llegadas de Cleveland, en Estados Unidos, después de que tres mujeres secuestradas durante una década, fueran liberadas. Poco a poco se van conociendo más datos sobre el drama que vivieron Amanda Berry, Gina de Jesús y Michelle Knight, retenidas durante años y sometidas a todo tipo de vejaciones por su captor. Pero ya se perfilan los cargos a los que Ariel Castro se enfrentará en los tribunales.

Secuestro y violación le valdrán elevadas peticiones de condena por parte del fiscal, pero de todos los males que perpetró en la casa convertida en prisión, la acusación pública considera que el de mayor gravedad es el de provocar al menos cinco aborto a Michelle Knight.

En efecto, la legislación americana castiga el aborto provocado porque cercena una vida. También en España provocar un aborto supone una pena agravada por ese niño al que no se ha permitido vivir.

Llama la atención que una sociedad que comprende que no permitir nacer es matar, no traslade este mismo argumento a las muertes que se toman por decisión, más o menos libre, de sus propias madres.

Zenón de Elea

 

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