Por qué hay que ir a Misa los domingos y días de precepto

El Papa Francisco, en audiencia general, ha explicado por qué hay que ir a Misa los domingos, reconociendo que muchos se preguntan el motivo.

El Papa dijo que “desde el inicio los discípulos han celebrado este día porque en él resucitó el Señor y recibimos el don de Espíritu Santo”, y que “la Eucaristía dominical da sentido a toda la semana y nos recuerda también, con el descanso de nuestras ocupaciones, que no somos esclavos sino hijos de un Padre que nos invita constantemente a poner la esperanza en Él”.

El Santo Padre reconoció que “para muchos la Misa del domingo ha perdido sentido, piensan que basta ser buenos y amarse (…) pero no es posible sin la ayuda del Señor”, y afirmó que, además, “la Misa es también prefiguración del banquete eterno al que somos llamados”.

En España la mayoría de los españoles afirman que son católicos, y que se “sienten” católicos, pero a la vez vemos disminuir la asistencia a la Misa dominical en muchas iglesias de nuestra geografía.

Tal vez hace años se podía contestar a los que no asisten a Misa los domingos que un católico pertenece a una institución, la Iglesia Católica, y que como toda institución tiene derecho a establecer sus preceptos, y uno de los preceptos es el Mandamiento de la Iglesia de asistir a Misa los domingos y días de precepto. Pero este argumento es rechazado por muchos, porque la palabra “precepto” también se rechaza, aunque simultáneamente se acepte para pertenecer a asociaciones de diversa índole, colegios profesionales o incluso uso de playas y piscinas, por poner algunos ejemplos.

Además, estas Navidades presentan la circunstancia de que hay varias fiestas en lunes o sábado, y son solemnidades de precepto: el lunes 25 de diciembre (Navidad), el lunes 1 de enero (Maternidad de María) y el sábado 6 de enero (Epifanía).  Para un católico no debe ser una acumulación que determine posibles viajes o planes de descanso familiar, sino una alegría profunda.

La palabra que más escuchamos para justificar la no asistencia a la Misa dominical es que “no siento” nada, y puedo “sentir” la necesidad de ir otro día de la semana, “no sé por qué he de ir el domingo”.

Pronuncian la palabra mágica de nuestra cultura, que es “sentir”, una entronización de los sentimientos como criterio máximo de actuación. Apelar a los sentimientos es muy peligroso, porque son tornadizos, es una dimensión que está a caballo entre la razón y el corazón.

Argumentos de razón los hay, y también de corazón, pero sobre todo me parece que la clave es la fe, que lleva a aceptar los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, a pesar de que suponga ir contracorriente en una sociedad descristianizada y con la humildad de vivir los preceptos, aunque algunos cueste entenderlos o vivirlos.

 

Si a eso sumamos que es más cómodo no ir a Misa, ya tenemos una amalgama de “motivos” para no ir a Misa. Nunca se ha dicho que vivir la fe sea cómodo, sino que requiere fidelidad. Y sale otra palabra que no está de moda, la fidelidad.

Algunos católicos quieren un “catolicismo a la carta”, aceptar o no lo que comparten, como queriendo aplicar a la fe un criterio democrático, en vez de seguir a Jesucristo.

Hay muchas razones para ir a Misa los domingos, pero las que abonan la inasistencia más bien parecen carentes de rigor, y en el fondo expresan rasgos de nuestra cultura que se quieren aplicar a la fe, a la Iglesia. O eso me parece a mí.

Zenón de Elea. 


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