El error de Darío Castrillón
Es prueba de altura profesional en cualquier ámbito, que un alto cargo asuma las responsabilidades que le toquen, también por supuesto sus errores. Es por ello difícilmente comprensible que el cardenal Castrillón haya expresado públicamente que, su carta de felitación a un obispo francés que había encubierto a un cura pederasta, contaba con el visto bueno de Juan Pablo II. Lo dijo, además, en un congreso homenaje al Papa polaco, quien no podrá responderle.
Zenón de Elea