Así titulaba El Periódico hace unos meses: "El catolicismo se desploma en Barcelona. La mitad de los vecinos de la ciudad no profesa ninguna fe y en cuatro de los 10 distritos hay ya más templos evangélicos que católicos".
Las estadísticas hablan de que solo una de cada diez bodas es católica y en los últimos 15 años, ha disminuido el catolicismo, pasando del 68 al 52%. La buena noticia es que todavía la mitad de la población de la Ciudad Condal se declara católica.
Frente a estos datos, me resulta casi milagroso que chicos jóvenes, con carreras prometedoras, inteligentes y aparentes, dejen "todo" para ser sacerdotes. Pero cómo decía Benedicto XVI, Dios no te quita nada sino que te da todo.
Pues bien, el pasado sábado el Papa Francisco recibió a seminaristas de Barcelona y Sant Feliu acompañados de Mons. Javier Vilanova, obispo auxiliar. En este enlace, puede leer las palabras que les ha dirigido.
Al parecer, insistieron a su arzobispo, Mons. Omella, y la visita se ha conseguido. Tomen nota otros seminarios de España.
Aquest matí, seminaristes de Barcelona i Sant Feliu (@SeminariBcn) han visitat el @Pontifex_es acompanyats de Mons. Javier Vilanova, bisbe auxiliar.
— Església de Barcelona ⛪️ (@esglesiabcn) December 10, 2022
En aquest enllaç, podeu llegir les paraules que els ha adreçat: https://t.co/1q39ubmJwt pic.twitter.com/9Ugw8MKh8g
Como decía, a mí me parece un milagro, y los milagros los hace Dios que sigue llamando. Estos chicos (como todos los futuros sacerdotes de este mundo nuestro secularizado) necesitan aliento, palabras de cariño y empuje.
Y las palabras del Papa la verdad es que reúnen estas características. Entre otras cosas, les ha dicho:
- "Recuerden que, cuando sean sacerdotes, su primera obligación será una vida de oración que nazca del agradecimiento a ese amor de predilección que Dios les mostró al llamarles a su servicio. Este es el primer misterio gozoso del que todo nace".
- "En esta fase de formación en la que se encuentran, les haría bien que en su oración pudieran confrontarse con las actitudes de la Santísima Virgen, preguntándose: ¿cómo estaba ella cuando Dios la llamó?, y yo ¿cómo estaba? ¿Con qué celo me planteo mi futura vida sacerdotal?, ¿me alzaré —dice san Manuel—, como una burbuja en una olla hirviente de amor, para llevar a Dios al mundo? ¿Lo llevaré hasta los montes, a lo más arduo y penoso?".
- "Queridos seminaristas, tomen pues su rosario, y pidan a María, Reina y Madre de la Misericordia, que los ayude a desvelar los misterios del sacerdocio al que Dios los llama, contemplando los misterios de su Hijo, acatando que el gozo del seguimiento y la perfecta identificación en la cruz son el único camino para la gloria. Que Dios los bendiga".
Pues a rezar por ellos para darle la vuelta a Barcelona. Hay esperanza.
Zenón de Elea.