Las campanas no son un castigo

Un buen amigo de esta casa, sacerdote de la diócesis de Madrid, cuenta en su blog que ha recibido este "curioso" correo electrónico:

"Me dirijo a ustedes para trasmitirles una preocupación que vengo teniendo últimamente. He debido portarme muy mal pues Dios me castiga a diario con el sonido de sus campanas de ustedes. Lo que hice debió de ser horrible, pues los domingos incluso me castiga dos veces. Ustedes que tienen línea directa con él le dicen, por favor, de mi parte que me arrepiento de mis pecados y que que ya he rezado varios padres nuestros, que no es necesario que siga atormentándome con ese sonido, que además ahora que ya por fin llegó el calor hay que tener las ventanas abiertas. Muchas gracias por su atención y su mediación."

Este sacerdote, que se encarga de una parroquia en un barrio nuevo de Madrid y ha conseguido, entre otras cosas, poner en marcha una capilla de adoración nocturna, decidió responde con cierta ironía:

"¿Quién conoce la mente del Señor? Sus caminos son inescrutables, insondables sus designios, de tal forma que un mismo gesto puede ser recibido como castigo o bendición. Porque muchos son los vecinos que dan gracias a Dios por lo mismo que a usted se le presenta como castigo, y que justamente ahora, al tener las ventanas abiertas, pueden disfrutar más. Ya ve las paradojas de la vida. Una misma cosa es disfrute o castigo, según para quién. Como ve, las cosas de Dios no dejan de sorprendernos. Saludos"

Pero el vecino airado se tomó muy mal:

"También hay personas a quienes les gusta sodomizar a otras personas. Ellos consideran su sodomía una bendición, pero como son personas respetuosas, empáticas y consideradas, solo lo hacen si disponen del consentimiento de la otra persona. No se dedican a sodomizar a todo el que se deje la ventana abierta. Además, en la época en la que vivimos donde todo el mundo dispone de relojes de pulsera, "esmarfons" y demás ajuar indicador de la hora creo que no hay necesidad de llamar a la oración con campanas."

Surge la duda de qué es lo que tanto le sodomiza, si el sonido en sí de las campanas o el que las campanas y lo que significa su sonido, de llamada siempre a la oración, siguen muy presentes en la vida de nuestra sociedad, muy a pesar de algunos. Por cierto, menos tiempo y a horas menos molestas tocan las campanas que tarda el camión de la basura en recoger los cubos, y a nadie se le ocurre montarle este número al Ayuntamiento.

Zenón de Elea

 

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