Ver y oír para no abortar

El movimiento provida en el Estado de Texas consiguió hace años que aquellas mujeres que decidían abortar, se sometieran primero a una sencilla e indolora prueba: una eco con doppler que permite, desde las primeras semanas del embarazo, comprobar que existe ya latido del corazón del embrión. El impacto de las mujeres al constatar que, en efecto, el ritmo cardíaco de su hijo es totalmente distinto al suyo propio es tal que pocas dudan de que allí haya una nueva vida y a muchas les anima este testimonio patente a replantearse su decisión y seguir adelante con el embarazo.

A Unión del Pueblo Navarro se le ha ocurrido lanzar una idea similar que ha propuesto en sede parlamentaria: que las madres que deciden someterse a un aborto vean antes las imágenes de sus hijos en un monitor de ecografías. Y en las primeras semana el feto es un bebé en miniatura. Su sola imagen podría hacer cambiar de parecer a muchas mujeres que se enfrentan al brutal drama del aborto.

Es la misma idea que movió a distribuir aquel emocionante pin con los pies, en tamaño real, de un feto de 12 semanas, o al llamado bebé Aído, un muñequito de plástico que representaba la copia exacta de un feto que podía ser abortado.

Si, como Santo Tomás, necesitamos verlo para creerlo, adelante con propuestas de este tipo que defienden la vida en el entorno de una sociedad emotivista en la que sólo existe aquello que se siente.

Zenón de Elea

 

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