El funeral de Rafa Lozano: una fiesta
Me comentaba una amiga que Rafael Lozano se ha dejado la vida por las grandes verdades. Y no le falta razón.
Le conocí en el Foro de la Familia, cuando comenzó a trabajar en 2005. Ha liderado manifestaciones a favor de la Vida y actualmente, era gerente de Red Madre de Madrid y colaboraba en el Instituto Juan Pablo II, donde conoció al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla. Su tono era cordial, ofrecía razones bien argumentadas sin imponer. Defendía sus ideas sin juzgar a los demás. Y daba muy bien en la tele. Rafael Lozano ha fallecido el pasado 5 de septiembre víctima de un cáncer.
Precisamente ha sido Reig Pla quien celebró, junto a media docena de sacerdotes, la primera Misa por el alma de este “activista próvida”. La capilla del tanatorio de la M-30 de Madrid rebosaba de gente. No cabía ni un alma. Lola, su mujer, no abandonó en ningún momento esa sonrisa amable que la caracteriza. La madre de Rafa, serena. Sus seis hijos, de una pieza. No se derrumbaron, aunque en algún momento, dejaron caer alguna lágrima en el hombro de sus hermanos y amigos.
“Dichosos los que descansan en el Señor”, repitió el obispo de Alcalá en dos ocasiones. “Querida Lola, apostaste por la vida y esto es un vergel, formamos una gran comunidad de hermanos”.
Y es cierto. Porque esta primera misa parecía una fiesta en lugar de un funeral. Conmovedora la semblanza inicial que pronunció la hija mayor a su padre, con una fuerza y una serenidad que caracteriza a las personas que confían en Dios. Y fue también emocionante escuchar las canciones llenas de esperanza que entonaron sus hijos junto a un grupo de amigos, guitarra en mano, durante el funeral.
Al final de la ceremonia aplausos, muchos aplausos envueltos en alguna lágrima, pero que no empañaron la fiesta por Rafa.
Zenón de Elea.