Francia no quiere radicales islámicos

El Islam crece en Europa y, en particular, en Francia. El derecho reconocido a la libertad religiosa, el ejemplo de la pacífica convivencia de musulmanes y crisitianos en una Francia donde ya van por la tercera generación de descendientes de inmigrantes magrebíes y de otras procedencias, el valor de la libertad, la igual y la fraternidad para el país vecino, no suponen una aceptación de ciertos presupuestos en algunas lecturas particulares del Islam.

Por eso, el ministro francés del Interior, Manuel Valls, de origen español, acaba de lanzar un anuncio no exento de polémica: expulsará del país a aquellos líderes religiosos musulmanes cuyo mensaje fundamentalista alimente las visiones más radicales del Islam.

El anuncio, que se hizo público en Bruselas, llega en el momento en el que París, con el visto bueno de los países aliados, se ha metido de lleno en la lucha contra los yihadistas en Malí, antigua colonia gala. Nada más comenzar las operaciones militares en el país del sáhara, un grupo terrorista atacó una base de tratamiento de gas en Argelia y secuestró a más de 40 extranjeros. La mayoría de ellos pereció en una operación de rescate llevada a cabo por el Ejército local.

Los radicales han prometido nuevas acciones en contra de los intereses franceses y el ministro del Interior ha entendido que ese Islam que sea la muerte del prójimo, del fiel de otro credo, no puede ser el mismo que quede protegido por la libertad religiosa.

Zenón de Elea

 

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