Omella despachó con el Papa Francisco en vísperas de la entrevista con Pedro Sánchez

El Gobierno se muestra inamovible en las negociaciones económicas: la impresión es que necesita dinero y considera que se lo va a sacar a la Iglesia

El Papa Francisco y Juan José Omella.
El Papa Francisco y Juan José Omella.

La audiencia general del Papa Francisco de ayer tuvo un asistente singular. De forma inopinada, apareció allí el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Juan José Omella, precisamente en vísperas de la visita al Vaticano del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para mantener una entrevista con el pontífice.

Al final de la audiencia, celebrada en el Patio de San Dámaso, el Papa se retiró a un lado discretamente para mantener una conversación con el cardenal español.

La charla con el presidente de la Conferencia Española se producía, igualmente, al día siguiente de la visita de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, al responsable de las relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, monseñor Paul Richard Gallagher.

Dialogo Iglesia-Estado en tres niveles

Este encuentro coincidió con el que ese mismo martes, por la tarde, en La Moncloa, mantuvieron los representantes del Gobierno con los de la Conferencia Episcopal, dentro de las conversaciones que vienen manteniendo en los últimos tiempos sobre asuntos bilaterales.

Según la información que posee Religión Confidencial, los planos o niveles del diálogo de la Iglesia con el Gobierno son en este momento varios. Hay al menos tres niveles distintos y, por lo que se va viendo, con diferentes roles. Tres niveles de los que el Papa tenía que estar puntualmente informado.

El papel del secretario

En lo que puede considerarse el primer nivel, se podría pensar que rige la unidad de acción, de criterios y de estrategia. Incluso en una táctica preconcebida: la Iglesia pudiera haber apostado por la figura del poli bueno y el poli malo.

Poli bueno, la cúpula, formada por los cardenales Juan José Omella y Carlos Osoro. Y poli malo, es decir, al que le toca el ingrato trabajo de decir las verdades, integrado por el secretario general, monseñor Luis Argüello, acompañado por los dos vicesecretarios de la Conferencia, hombres ambos imprescindibles.

No hay comisión de expertos

Según fuentes de la Conferencia Episcopal, la famosa comisión de expertos de la que habló el secretario general en la última rueda de prensa no es una comisión nombrada como tal, con designación oficial.

No se han formalizado los nombres ni los roles, y menos aún se han hecho públicos, es más bien una ronda de consultas a expertos en diversas materias.

 

Hasta el presente, las reuniones de monseñor Argüello con el Gobierno han sido dos en las materias económicas, patrimoniales y fiscales. A las que hay que sumar las mantenidas en el ámbito de la educación que, por cierto, no han tenido, de momento, ningún efecto.

El Gobierno se muestra inamovible

Respecto a lo económico, ya no se trata solo de las inmatriculaciones, sino también del régimen fiscal, de la asignación tributaria. Y, según las fuentes consultadas por RC, el Gobierno se muestra inamovible a lo que le dicen y quiere más y más. Lo quiere todo.

La impresión a estas alturas es que el Gobierno necesita dinero y considera que se lo va a sacar a la Iglesia.

En este nivel de interlocución, monseñor Luis Argüello es la persona adecuada, por su capacidad dialéctica, su mentalidad jurídica y por su pasado. No hay que olvidar su pasado político: antes de entrar en el seminario, Argüello se movió en el entorno del Partido Comunista.

Por ese motivo, el secretario conoce bien las estrategias de sus interlocutores. Y su relación con el Movimiento Cultural Cristiano le ha permitido mantener engrasada esa pasión por los pobres, la sensibilidad teológica y pastoral por los más desfavorecidos, por la clase obrera, en plena comunión con el magisterio, lo que deja muy en evidencia las poses de la izquierda.

Con Pablo Iglesias

Como si se tratara de un segundo nivel, mientras el secretario general de la Conferencia Episcopal se desgasta en la interlocución con la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, el cardenal Juan José Omella trabaja, a través del ministro de sanidad, Salvador Illa, con el Presidente del Gobierno. Y el cardenal Carlos Osoro mantiene caliente la interlocución con el entorno del vicepresidente Pablo Iglesias.  

La cúpula de la Conferencia Episcopal ha insistido a diestro y siniestro en que no tienen nada que ver con la entrevista de Sánchez con el Papa de este sábado, y derivan la responsabilidad hacia el Nuncio en España, monseñor Bernardito Auza, pero se plantean algunas en el campo de la lógica y del sentido común.

¿Acaso la decisión de aceptar la entrevista con el presidente del Gobierno no se tomó después de que el Papa estuviera reunido en Roma con los cardenales españoles?

¿De verdad se puede creer que el Papa recibe al presidente de un Gobierno como España y los cardenales presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal se han enterado por los medios?

Secretaría de Estado

Tercer nivel. Secretaría de Estado. Es decir, el tándem cardenal Pietro Parolin y monseñor Paul R. Gallagher. No han parado estos días de recibir informes e informaciones de España. Mantienen la línea directa con el Nuncio y con la cúpula de la Conferencia Episcopal.

Sin embargo, como la percepción del tiempo desde Roma es la eternidad, no se precipitan. Representan un último valioso recurso que siempre está ahí, salvaguardando la libertad de la Iglesia y los derechos del Pueblo de Dios, y protegiendo al Papa Francisco.

Que no haya tergiversaciones

En Secretaría de Estado han intensificado estos últimos días los esfuerzos para preparar adecuadamente la vista de Pedro Sánchez al Papa. No les preocupan los cantos de sirena. Si es necesario, saldrán a la palestra para aclarar, matizar y no permitir tergiversaciones, ni utilizaciones intencionales. Como ya hicieron con la nota de desmentido a las afirmaciones de Carmen Calvo tras la visita a Parolín en Roma.

Aún es pronto para saber cómo acabará este proceso. Se está en los primeros compases de una larga negociación, con muchas bandas y con muchos frentes.

Aquí también surgen las preguntas. ¿Habrá el Gobierno abierto la caja de los truenos de la denuncia de los Acuerdos Iglesia-Estado? Y en todo este proceso, ¿qué saben y qué lugar ocupan los obispos españoles? ¿Acaso no estamos en la época de la sinodalidad?

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