La nueva generación de cardenales llamados a la caridad
Tras el reciente consistorio presidido por el Papa Francisco, el Colegio cardenalicio cuenta con un total de 227 cardenales de los cuales hoy en día 125 tienen la edad para poder elegir a un Pontífice en un posible conclave.
Hasta ahora 39 cardenales han recibido el título de manos del Papa Francisco. De ellos, 31 son “electores”.
Una cuestión significativa es que de los 125 cardenales electores, solamente 57 sean europeos. Poco a poco los miembros del colegio cardenalicio representan diferentes zonas geográficas que, sin duda, ha sido uno de los objetivos del Papa Francisco.
Sin embargo, vale la pena recordar también que en el último consistorio de Benedicto XVI en noviembre de 2012, ninguno de los seis nuevos cardenales era europeo.
Este hecho marca sin duda una nueva generación de cardenales, no sólo por la procedencia sino también por el perfil. El Papa Francisco ha elegido claramente purpurados de “periferia”, pastores sensibles en las cuestiones sociales. Por ejemplo, en el Consistorio anterior el primer cardenal de Haití y en esta ocasión el arzobispo de Agrigento, pastor de Lampedusa.
Este 14 de febrero, durante el Consistorio para la creación de los 20 cardenales, el Papa ha elegido el himno de la caridad de San Pablo para insistirles que su ministerio debe estar centrado en la caridad.
Durante su homilía, el Papa ha reiterado el cardenalato “no es una distinción honorífica” sino que refleja su unión a la Iglesia de Roma, que ''preside toda la comunidad en la caridad'' .
Por este motivo, el Pontífice les ha pedido ser benevolentes, no tener envidia, ni presumir, no ser egoístas, sino respetar que “es la capacidad de tener en cuenta al otro, su dignidad, su condición, sus necesidades” ya que la caridad “des-centra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo” de este modo, se es “una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás’'.
En este sentido, el Papa Francisco ha animado a no alegrarse con la injusticia, sino buscar la verdad y ha explicado que “el que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia” por lo que ha concluido que “el pueblo de Dios vea siempre en nosotros la firme denuncia de la injusticia y el servicio alegre de la verdad’’.
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