Cardenal Scola habla de la diferencia sexual, la familia y la crisis de pareja en un encuentro en Madrid

El arzobispo emérito de Milán ha respondido a tres cuestiones formuladas por Luis Argüello, secretario general de la CEE, durante la presentación de su libro autobiográfico

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El cardenal Scola y Luis Argüello.

El cardenal emérito de Milán, cardenal Angelo Scola, ha estado esta semana en Madrid, entre otras razones para presentar su obra autobiográfica "He apostado por la libertad" (Ediciones Encuentro),  un libro-entrevista realizado por el periodista Luigi Geninazzi. 

La presentación, a la que acudió Religión Confidencial, se celebró ayer jueves y fue presentada por el director de la editorial, Manuel Oriol y por el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello. En el acto acudieron el cardenal Carlos Osoro, el arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, gran amigo de Scola y el arzobispo Castrense, Juan del Río, así como el vicario general del arzobispado de Madrid, Avelino Revilla y Elias Royón SJ, vicario episcopal de la Vida Consagrada. 

Scola se ha sometido a tres preguntas que le ha planteado Argüello, tres claves de su libro autobiográfico: el método cristiano, la Trinidad y la familia ,y por último, el anuncio del Evangelio. 

Método cristiano 

La primera cuestión formulada por Argüello a Scola se refirió al "método cristiano" del que habla el cardenal en uno de sus capítulos. Para el secretario general de la CEE, este tema es la "clave del libro". En este capítulo, el arzobispo emérito de Milán narra su encuentro personal con Jesucristo, aporta su testimonio en una sincera escucha con lo real y, de manera cronológica, cuenta su itinerario vital, "un encuentro con el Señor en distintos momentos de su vida, en la infancia, durante su enfermedad, en el  Seminario y el encuentro con el movimiento Comunicación y Liberación", señaló Argüello. 

Scola, antes de responder a Argüello, agradeció la presencia de Osoro y de Rouco "con el que tengo mucha amistad". Después hizo un breve recorrido por su vida en el que confesó que, aunque nunca  abandonó la fe, experimentó una reconversión forjada en la realidad de su vida entre su padre y su madre. 

"De mi padre, camionero de profesión, me fascinaba su empeño por la justicia, que no era contra la iglesia, pero sí mediante una posición antieclesial, - diferente a anticlerical- porque cuestionaba la forma de proceder de los curas de aquel tiempo, presbíteros que, por el bien del pueblo -subrayó- estaban más cerca de los ricos y la ayuda que prestaban a las clases obreras era asistencialista. En cambio mi madre era una mujer muy religiosa que tenía muy en cuenta lo que decían los curas", testimonió. 

De dicha experiencia comprendió que debía existir un método de vida cristiana que tendía que meter a Cristo en el centro de las realidades humanas, Cristo como alguien contemporáneo a la libertad del ser humano y a la actualidad, y no alguien del pasado. 

Y es a partir de la crisis del 68, cuando descubrió la simplicidad del método cristiano que invita a todos a dialogar en la sencillez que el mismo Cristo ha practicado, "porque la fuerza del cristianismo es su realismo. Cristo entra en las cuestiones que nos preocupan y así fui reconquistado de nuevo por Cristo", subrayó el cardenal. 

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Trinidad, Eucaristía y matrimonio 

La segunda pregunta que dirigió monseñor Argüello a Scola se basó en comentar la relación entre la Santísima Trinidad como una relación íntima y cercana que explica la intimidad del ser humano. También explicó la vinculación entre Eucaristía y matrimonio, El arzobispo emérito de Milán habla en su libro de la familia, de la intimidad y reciprocidad a la que está llamada hombre y mujer y como en la familia y en el matrimonio convergen la luz del misterio trinitario.

"La dificultad de nuestra cultura que llamamos evolucionada es la incapacidad de entender la diferencia sexual, y esta incapacidad se debe a que hemos perdido el sentido de comprender a la Trinidad", sentenció el cardenal Scola. 

El arzobispo emérito de Milán desarrolló en breve minutos una teología del cuerpo aprendida de san Juan Pablo II. Dijo que la sociedad actual ha perdido la conciencia de que "en el mismo Dios hay una diferencia", y que actualmente solo la voz de la Iglesia se atreve a defender el carácter indeducible de la diferencia  sexual "que es una dimensión de mi propio yo, una dimensión interpersonal, que lleva a un encuentro con el otro. La diferencia sexual no es diversidad, utilizamos diferencia y diversidad como si fueran sinónimos y son muy distintos", explicó.

Recordó que fue san Juan Pablo II quien, en sus catequesis sobre el cuerpo, anuncia la analogía que existe entre la Trinidad y la familia, un misterio nupcial que parte del conocimiento de la diferencia. "En la relación que existe en la Trinidad ((Dios, Jesucristo y Espíritu Santo) todo es comunión en el respeto a la diferencia. En ese  conocimiento de la Trinidad, la sociedad civil debería tender a la unidad en el respeto máximo a la diferencia". 

Al finalizar esta explicación, contó algo que le había dicho un periodista, quien le comentó que él no podía hablar de la Trinidad en sus periódicos. "No podemos aceptar algunas banalidades de los periodistas porque son asuntos importantes. 
Si no cuidamos a la familia, el cristianismo se desencarna. Sin embargo, lo que está en crisis hoy no es la familia, sino la relación de pareja entre hombre y mujer", espetó. 

Anunciar el Evangelio en una cultura postsecular 

Por último, el secretario general de la CEE reflexionó sobre algo que habla también en su libro autobiográfico el cardenal Scola: si es posible hoy anunciar el Evangelio en una sociedad postsecular o bien, dejarse llevar por "la tentación de decidir recluirse en nuestro propio monasterio". 

Scola explicó que en la sociedad plural de nuestros días, la fe está sometida a distintas percepciones culturales. Una puede ser ver la fe como un manantial de valores, con la que podemos convivir en una sociedad secularizada. "Sin embargo, la otra posición es la práctica de llevar la cruz en favor del otro. La vía adecuada para recorrerla es una implicación entre libertad y gracia. Nos tenemos que dar cuenta de que al hombre le convence cuando se habla de libertad. El cristianismo no es una idea sino un encuentro con Cristo que genera una pertenencia por la Eucaristía, tal y como nos recuerda Benedicto XVI. El Evangelio, por tanto, se debe anunciar cuando uno testimonia el encuentro que ha experimentado con Cristo y su sentido de pertenencia a una comunidad", finalizó. 
 

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