Novedades de la exhortación Gaudete et Exsultate

El Papa identifica cinco peligros contra la santidad en el mundo actual, entre ellos la violencia en internet

Francisco alerta sobre los grandes riesgos de hoy: ansiedad nerviosa, tristeza, la comodidad egoísta, el individualismo y la falsa espiritualidad

Papa Francisco.
Papa Francisco.

“El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados”, dice el Papa Francisco al comienzo de su nueva exhortación apostólica Gaudete et Exsultate. El Santo Padre matiza que no se espere un “tratado sobre la santidad” sino que su “humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades”. 

En el primer capítulo de Gaudete et Exsultate “El llamado a la santidad” el Santo Padre recuerda que los “santos que nos alientan y acompañan” y que aquellos que “ya han llegado a la presencia de Dios, mantienen con nosotros lazos de amor y comunión”.

Por esta razón, “nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana”.

En la misma línea que sus predecesores, Francisco se dirige personalmente al lector y le dice: “No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de Él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad”.

“No hablaré mal de nadie”

A Francisco le gusta ver la santidad en “el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo….aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, "la clase media de la santidad”, define el Santo Padre.

En el contexto habitual que emplea Francisco, pone ejemplos concretos de santidad con “pequeños gestos. Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: «No, no hablaré mal de nadie». Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada se sienta a su lado y escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza con fe. Ese es otro camino de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a conversar con él con cariño. Ese es otro paso”.

“Tantas mujeres desconocidas”

El Papa subraya que el Señor llama a cada uno por "el propio camino y, por lo tanto, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables”.

El punto 12, al principio de la exhortación, Francisco hacer referencia a la mujer, al “genio femenino” que “se manifiesta en estilos femeninos de santidad, indispensables para reflejar la santidad de Dios en este mundo”. Y después de mencionar el nombre de grandes santas, a Francisco le interesa “recordar a tantas mujeres desconocidas u olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio”.  

También para ti

Francisco tutea en esta exhortación e insiste que para ser santos “no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos”. Y explica cómo ser santos: “Viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”. 

Los santos no son perfectos

El Santo Padre anima cuando afirma que no “todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo”.  

 

Y nos invita que para ser santo, necesitamos “concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión".   

Dos enemigos de la santidad

En el segundo capítulo, Francisco se detiene a analizar dos “sutiles enemigos de la santidad” el gnosticismo y el pelagianismo. Para el Santo Padre el gnosticismo actual, que “es una de las peores ideologías” supone “una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos”

Señala también que “quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios”.

El otro enemigos es el pelagianismo actual, que “aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados, en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico”.  En cualquier caso, como enseñaba san Agustín, Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas”.

Seguir las bienaventuranzas

En el tercer capítulo, “A la luz del Maestro” Francisco afirma: “Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano”.

Y pone ejemplos claros: “Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad". 

Las ideologías 

El Papa lamenta que a “veces las ideologías nos lleven a dos errores nocivos”. Por una parte, el de los cristianos que se apartan “de su relación personal con el Señor”, convirtiendo el cristianismo en una especie de ONG” y, por otra, quienes viven "sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”.

Oración y amor al prójimo

En el punto 104, Francisco vuelve a recalcar que no solo se da gloria a Dios con el culto y la oración, o únicamente cumpliendo algunas normas éticas “―es verdad que el primado es la relación con Dios―”, apunta el Papa pero sin olvidar que "el criterio para evaluar nuestra vida es ante todo lo que hicimos con los demás. La oración es preciosa si alimenta una entrega cotidiana de amor”.  

Uno de los puntos más llamativos de esta exhortación es el 107: “Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia. Es lo que había comprendido muy bien santa Teresa de Calcuta”.

Santidad en el mundo actual

Es el capítulo cuarto de esta exhortación y el más novedoso. Indica el Santo Padre que dentro del gran marco de la santidad que nos proponen las bienaventuranzas y Mateo 25,31-46, “quisiera recoger algunas notas o expresiones espirituales que, a mi juicio, no deben faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama. No me detendré a explicar los medios de santificación que ya conocemos: los distintos métodos de oración, los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la ofrenda de sacrificios, las diversas formas de devoción, la dirección espiritual, y tantos otros. Solo me referiré a algunos aspectos del llamado a la santidad que espero resuenen de modo especial". 

Así, el Santo Padre destaca en el punto 111 cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo "que considero de particular importancia, debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy. En ella se manifiestan: la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda, consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual”.

Alerta Francisco de que los "cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena”. 

Humildad y alegría

El Papa recuerda algunas virtudes que tiene el santo como la humildad: “Si tú no eres capaz de soportar y ofrecer algunas humillaciones no eres humilde y no estás en el camino de la santidad”; "alegría y sentido del humor, aún en los momentos duros" y advierte que “el mal humor no es un signo de santidad”. 

Señala en esta línea que no “estoy hablando de la alegría consumista e individualista tan presente en algunas experiencias culturales de hoy. Porque el consumismo solo empacha el corazón; puede brindar placeres ocasionales y pasajeros, pero no gozo. Me refiero más bien a esa alegría que se vive en comunión, que se comparte y se reparte, porque hay más dicha en dar que en recibir”.

También la audacia y el fervor forman parte de la santidad, y recuerda que la santidad se vive en comunidad, ya sea en la familia, en la parroquia, en la comunidad religiosa o en cualquier otra. Y no se olvida el Santo Padre que “aunque parezca obvio, recordemos que la santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración”.

Tentaciones del diablo

El último capítulo, el Papa invita al combate, la vigilancia y el discernimiento: “La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”.

 


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