Benedicto XVI "sueña" con transmitir la "simplicidad" y " radicalismo" del Evangelio y del Cristianismo

El nuevo libro sobre el Papa llegó este martes a las librerías precedido por la mejor campaña de márketing, a raiz de la filtración de sus palabras sobre las excepciones en el uso del preservativo. El arzobispo Rino Fisichella considera que el texto condensa el pensamiento, las preocupaciones y sufrimientos de estos años de Benedicto XVI.

Resalta el sueño del Papa de encontrar la "simplicidad" y "radicalismo" del Evangelio y del Cristianismo. El arzobispo Fisichella explicó que Seewald pregunta al Papa sobre "los grandes temas que marcan la teología del momento, los diferentes acontecimientos políticos que siempre han acompañado las relaciones entre los diferentes países y, por último, los interrogantes que a menudo ocupan gran parte del debate público. Estamos ante un Papa que no se niega a responder a ninguna pregunta, que se expresa con un lenguaje sencillo, pero no por eso menos profundo, y que acepta con benevolencia las provocaciones de tantas preguntas".

Quiso aclarar que "reducir la entrevista a una frase sacada de contexto y de todo el pensamiento de Benedicto XVI sería una ofensa a la inteligencia del Papa y una manipulación gratuita de sus palabras. Lo que emerge del marco general de estas páginas es la visión de una Iglesia llamada a ser la Luz del mundo, signo de unidad de todo el género humano". El presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización señaló que "no se trata de un libro escrito por Benedicto XVI, y, sin embargo se condensa su pensamiento, sus preocupaciones y sufrimientos de estos años, su programa pastoral y las expectativas para el futuro. La impresión que se tiene es la de un Papa optimista sobre la vida de la Iglesia, a pesar de las dificultades que la acompañan desde siempre". El volumen, dijo, "es una entrevista que, en cierto sentido supone un reto para hacer un serio examen de conciencia dentro y fuera de la Iglesia con el fin de lograr una verdadera conversión del corazón y de la mente. Las condiciones de vida de la sociedad, la ecología, la sexualidad, la economía y las finanzas, la misma Iglesia... son cuestiones que requieren un esfuerzo especial para verificar la dirección cultural del mundo de hoy y las perspectivas que se abren para el futuro. Benedicto XVI no se deja intimidar por las cifras de las encuestas, porque la verdad tiene otros criterios: "la estadística no es la medida de la moral".

"Benedicto XVI vuelve a menudo en estas páginas a la relación entre modernidad y cristianismo. Una relación que no puede ni debe vivirse paralelamente, sino conjugando correctamente fe y razón, derechos individuales y responsabilidad social. En una palabra, "poner a Dios en el primer lugar". (...) Esta es la conversión que el Papa pide a los cristianos y a todos los que deseen escuchar su voz. (...) Esta es la tarea que el Papa se propone en su pontificado, y, honestamente, no se puede negar, que es difícil".

Fisichella concluyó poniendo de relieve que "los rasgos característicos de esta conversación de Benedicto XVI para compartir con el público en general su pensamiento, su manera de ser y su forma de concebir la misma misión que se le ha confiado son sobre todo la sencillez y la verdad. Es una tarea difícil en el período de la comunicación, que a menudo tiende a destacar sólo algunas partes y deja de lado el conjunto. Un libro para leer y meditar, para entender una vez más cómo la Iglesia puede ser en el mundo anuncio de una buena noticia que trae alegría y serenidad". En varias ocasiones Benedicto XVI se interroga sobre sus 83 años e incluso se plantea "la oportunidad de la dimisión si se encontrase incapacitado para cumplir su misión". En la misma página niega haber pensado en dimitir por el escándalo de pedofilia: "No se puede huir en el momento en el peligro". "Sabemos que todos los Papas contemporáneos -desde Pío XII en adelante- se han planteado el problema de la dimisión, pero antes de esta entrevista ninguno lo había hecho en público."

En el libro-entrevista el Papa "analiza a fondo el conflicto de la fe cristiana con nuestro tiempo", pero por lo menos en dos pasajes reconoce "la moralidad de la modernidad" y la existencia de una "modernidad justa y buena". A esas afirmaciones positivas hay que unir los pasajes en los que reconoce las prevaricaciones religiosas del pasado: desde las "atrocidades" cometidas "en nombre de la verdad", a las "guerras de religión" y al "rigorismo" frente a la corporeidad con el que "se llegó a asustar al hombre". En el conflicto con el mundo moderno en consecuencia, hay que preguntarse a cada paso "en qué tiene razón el secularismo" y dónde hay en cambio que "oponer resistencia". El Papa "no tiene miedo de usar expresiones como "la pecaminosidad de la Iglesia" y el término "suciedad" para indicar el pecado que está en la Iglesia; (...) se utiliza al menos tres veces en el libro a propósito de la pedofilia del clero y del "shock enorme" que causó". En este ámbito, el pontífice reconoce "reiteradamente el papel positivo de los medios de comunicación, que ya había expresado en varias ocasiones pero nunca de forma tan explícita": "Desde el momento en que se trata de descubrir la verdad, debemos estar agradecidos", y sobre este tema "nos regala uno de los aforismas más eficaces del volumen: "Solo porque el mal estaba dentro de la Iglesia los demás han podido utilizarlo contra ella". Asimismo el Santo Padre "asegura que no habría levantado la excomunión al obispo Williamson sin llevar a cabo una investigación posterior si hubiera sabido de su posición de negación del Holocausto". Benedicto XVI busca "con cautela y valor una manera pragmática a través de la cual los misioneros y otros operadores eclesiales puedan ayudar a superar la pandemia del SIDA sin aprobar, pero sin excluir -en casos particulares- el uso del profiláctico" y reafirma el carácter "profético" de la "Humanae Vitae" de Pablo VI, pero no oculta la existencia de una dificultad real en "encontrar caminos que se puedan recorrer humanamente" (...) reconociendo que "muchas cosas en este campo deben ser repensadas y expresadas de una manera nueva". El Papa es "muy optimista sobre el hecho de que el cristianismo se enfrenta a una nueva dinámica" que tal vez lo llevará a asumir "un aspecto cultural diverso"; pero se siente también "desilusionado" porque "la tendencia general de nuestro tiempo es de hostilidad a la Iglesia".

 

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