Hay dos viajes al año desde la capital

Más de mil madrileños peregrinaron a Lourdes en octubre

Una voluntaria relata el “profundo recogimiento” de los enfermos al sumergirse en las piscinas de agua

Enfermos en el santuario de la Virgen de Lourdes.
Enfermos en el santuario de la Virgen de Lourdes.

La Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Madrid es una asociación de fieles integrada por los hospitalarios –la mayoría laicos- que voluntariamente se ofrecen para cuidar a enfermos y sanos, que desean peregrinar al santuario de Lourdes y vivir su espiritualidad cristiana.

En la peregrinación de octubre de este año, han participado más personas que nunca: un total de 1053, entre voluntarios y enfermos. Uno de los momentos más emotivos se produce durante el baño en las famosas piscinas del santuario. Una voluntaria narra el “profundo recogimiento” de los enfermos al sumergirse en las bañeras y el “cambio en el corazón” que experimentan.

Situadas río abajo de la Gruta, las piscinas se encuentran dentro de un edificio austero construido para el Centenario de las apariciones. Cada día, peregrinos y personas enfermas se presentan allí para bañarse. Sin saberlo posiblemente, responden a la llamada de la Virgen María, formulada a Bernardita Soubirous durante la novena aparición: “Vaya a beber y a lavarse en la fuente”.

Marta es una voluntaria de 23 años que lleva cinco años peregrinando a Lourdes como enfermera de la Hospitalidad de Madrid. Es estudiante de Sociología. Este año ha recibido la medalla de la consagración a la Virgen, distintivo que reciben los voluntarios tras cinco años de servicio a los enfermos. “Es una promesa que le haces a la Virgen para entregarte, no solo en Lourdes, sino también en la vida diaria”, explica.

En la última peregrinación organizada por la Hospitalidad de Madrid durante el puente del Pilar, Marta se presentó como voluntaria para ayudar a los enfermos y discapacitados a bañarse en las piscinas de agua. Relata su impactante experiencia a Religión Confidencial: “Hay 10 piscinas para señoras, 5 para hombres y 2 para niños. Son como unas grandes bañeras de piedra. Muchas señoras venían temblando, no saben cómo va a ser el proceso. Entran en una cabina, se desvisten y se les coloca una sábana, no se bañan en bañador. Ayudé a una señora que venía angustiada a sumergirse en el agua de Lourdes. Estaba muy nerviosa porque el agua estaba gélida. Pero tras calmarla y empezar a rezar en alto por sus intenciones, se soltó de mi brazo, miró el retablo de la Virgen que está delante de la bañera y su corazón cambio. Salió con una paz y un agradecimiento indescriptible. Yo también lloré a lágrima vida. El recogimiento de ese momento es sobrecogedor”.

Desde 1993 el agua de las piscinas se renueva continuamente. Está en un circuito cerrado con filtración continua. Con una temperatura casi constante de 11 a 12 grados, no existe ningún riesgo de contaminación: ninguna bacteria se puede desarrollar a una temperatura tan fría.

Marta describe que en cada sala donde se ubican las bañeras hay tres voluntarias de todas las partes del mundo. “Les damos mucha libertad a los enfermos para que se bañen como ellos quieran. Las voluntarias les decimos que rezamos por sus intenciones”.

69 curaciones reconocidas por la Iglesia

Se producen curaciones milagrosas. La Iglesia ha reconocido un total de 69, desde 1858 a 2013. Pero además de estos milagros, atestiguados por médicos, se dan otros hechos sorprendentes. “Estábamos ayudando a una niña discapacitada, muda y ciega. No quería bañarse, el agua estaba helada para ella. Se revolvía y se quería ir. La dejamos actuar con libertad y solo la dijimos que íbamos a rezar por ella. Comenzamos a recitar un avemaría. En ese momento, la niña se soltó de nuestro brazo y empezó a caminar por la bañera ella sola, miró la imagen de la Virgen y la acarició con un sentimiento sobrecogedor, indescriptible. Las voluntarias estábamos maravillas porque la niña era ciega, no veía, pero sintió perfectamente donde estaba la Virgen”, describe Marta.

Las responsables de las piscinas comentan con frecuencia a los voluntarios que después del “baño”, el corazón de los peregrinos, enfermos o sanos, cambia. Sienten un gran bienestar. “Percibimos una luz en sus ojos y una alegría tal que nos agradecen enormemente ese momento”, afirma Marta.

Todos los años, hay un grupo nuevo de novatos. Algunos han acudido sin saber muy bien por qué, pero no hay ninguno que no quiera repetir la experiencia. Vuelven con las pilas cargadas.

 

La próxima peregrinación de la Hospitalidad de Madrid se celebrará el Puente de Mayo. Hay Hospitalidades por todas partes de España.

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