Experiencia misionera en Sierra Leona: “Cuando te vas de misiones te vas con dos mochilas: una llena para dar y otra vacía para llenar, esa se llena antes”

Septiembre está cargado de los recuerdos de las experiencias misioneras del verano. Jóvenes y no tan jóvenes deciden dedicar su verano a hermanos suyos que no conocen, muchas veces al otro lado del mundo. Isabel Peral acaba de volver de Sierra Leona y los recuerdos están aún frescos. No ha sido la primera vez pero ha sido nueva y cada vez se sorprende más.

Isabel conoció las misiones a través de las Misioneras de la Caridad, las hermanas de la beata Teresa de Calcuta. En su interior revoloteaba una frase que le había llamado la atención: ¿Quieres unas vacaciones diferentes? Muchos con esa frase buscan emociones fuertes, viajes caros y lujosos. Parece que las experiencias inolvidables vienen marcadas por lo exótico. Pero Isabel se encontró con la estela de Madre Teresa. "Me llamó la atención una de sus frases: si no sirves para servir, no sirves para vivir". Isabel se dio cuenta de que aunque ella no era enfermera, ni médico ni tenía mucha experiencia podía ayudar y que los pobres lo necesitan.

Sus primeras experiencias fueron en las llamadas "Casas de Misericordia" en Rumanía. Llegó a través de Acción Católica y su trabajo, junto con el de otros voluntarios fue el de atender a los niños que tenían lesión cerebral. Le gustó tanto la experiencia que a partir de ese año, volvió todos los veranos, cada vez que pudo. "Es difícil de olvidar –reconoce– Todavía sigo rezando por aquellos niños, por mis niños". Isabel, como tantos otros misioneros es consciente de todo el dolor que ves allí pero la actitud que se debe tener ante el dolor es clara: "Si no rezas y no te unes al Señor tanta tragedia podría con uno". Isabel admite que sin la oración sería tremendamente difícil.

La experiencia de este año en Sierra Leona ha sido nueva para ella en muchos sentidos. Esta vez, contra todo pronóstico no tuvieron tanto contacto con los enfermos. Este año se han dedicado a pintar la casa que iba a acoger a los necesitados. Isabel Peral explica que a pesar de que ha sido un modo diferente de ayudar no por ello ha sido menos enriquecedor. "Te pones a disposición de las hermanas. Las hermanas necesitaban que pintáramos en ese momento, pues allí fuimos". Los misioneros no siempre salvan el mundo haciendo grandes heroicidades, a veces pintar puede ser más difícil que estar con los enfermos. "Hay que buscar un motivo fuerte para seguir. Al principio lo de pintar es divertido pero luego tienes que profundizar en por qué lo haces. A mí me ayudaba pensar que Dios estaba preparando una casa para sus pobres utilizando nuestras manos".

 

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