8M: Manos Unidas trabaja para erradicar la mutilación genital femenina en varios países

En los últimos 3 años, la ONG de la Iglesia católica ha aprobado 185 proyectos para promocionar los derechos y oportunidades de más de 375.000 mujeres

Mujeres de Mauritania. Manos Unidas.
Mujeres de Mauritania. Manos Unidas.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, Manos Unidas quiere poner el foco en las mujeres empobrecidas, las más vulnerables y castigadas por la desigualdad imperante en el mundo, que condena al hambre y la pobreza a millones de personas. Una desigualdad que la ONG de la Iglesia católica está denunciando con su campaña «Nuestra indiferencia los condena al olvido».

«Aunque las mujeres representan la mitad de la población mundial y, teóricamente, tienen los mismos derechos y deberes, y la misma dignidad que los hombres, en ningún lugar del mundo, ni siquiera en las sociedades más avanzadas, han conseguido la deseada igualdad», asegura María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas.

En los últimos 3 años, la ONG de la Iglesia católica ha aprobado 185 proyectos, por importe de 11,7 millones de euros destinados a promover, específicamente, los derechos y oportunidades de más de 375.000 mujeres. 

Erradicación de prácticas ancestrales 

Para hacer frente a estas situaciones discriminatorias, Manos Unidas reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y trabaja por la erradicación de prácticas ancestrales como el matrimonio forzado o la ablación genital femenina. «Desde nuestros orígenes, la mujer ha sido eje transversal de todas nuestras iniciativas, pero tenemos, además, proyectos especialmente dirigidos a trabajar la equidad desde todos los ámbitos”, explica Encarni Escobar, del área de Proyectos de la ONG.

Así. Manos Unidas trabaja En Mauritania, la ONG trabaja para erradicar la mutilación genital femenina (MGF) –uno de los mayores atentados contra la integridad física y emocional de las mujeres– que, pese a estar prohibida, está muy arraigada en las comunidades rurales más empobrecidas del país africano.

«Trabajamos en las regiones del Gorgol, del Brakna y de Nouakchott norte y sur, donde la prevalencia de esta práctica ancestral alcanza a cerca del 90 % de las niñas y jóvenes. Lo paradójico es que suelen ser las propias mujeres las que someten a sus hijas y nietas a esta práctica, convencidas de que así debe ser por “mandato religioso”», explica Encarni Escobar.

La difícil situación de las agricultoras palestinas

A pesar de que las mujeres que viven en países en desarrollo y en zonas rurales tienen en la agricultura su mayor fuente de empleo, la mayor parte de sus trabajos se desarrollan en la economía informal, lo que implica una mayor precariedad en todos los campos: salarial, sanitario, educativo, social... Además, solo el 15 % de las tierras del mundo está en manos de mujeres.

Por ese motivo, «Manos Unidas trabaja con las mujeres campesinas, cuidadoras de la tierra y de la vida, sobre las que descansa, en gran medida, la sostenibilidad del planeta, a pesar de que la mayoría no son dueñas de las tierras y no pueden acceder a créditos para mejorar sus vidas», asegura Escobar. «Nuestro trabajo se centra también en proveer a las mujeres de medios y capacitación para que puedan acceder a empleos mejor remunerados o para que monten sus propios negocios con los que conseguir ingresos que les permitan sacar adelante a sus familias, además de formarlas para que hagan valer sus derechos en el seno de sus familias y comunidades y conseguir que sus hijas no sean víctimas, también, de la discriminación que ellas sufren».

Un ejemplo de estos proyectos se lleva a cabo en el territorio palestino de Cisjordania, donde existe un alto porcentaje de tierras baldías y no cultivadas, a pesar de que, debido a la coyuntura geopolítica, una de las pocas alternativas se supervivencia para la población es precisamente el trabajo de la tierra y el cuidado de animales.

 

Violencia contra las mujeres 

La violencia contra la mujer es otro de los ámbitos en los que la ONG está haciendo un gran esfuerzo. «En Manos Unidas no podemos tolerar que el 30 % de las mujeres y niñas del mundo vivan con miedo a ser agredidas, a denunciar o a las reacciones en su entorno cercano tras las agresiones… Y todo ello ante la apatía de una gran parte de la sociedad», aseguraba recientemente Ricardo Loy, Secretario General de Manos Unidas y miembro del comité de género de la organización.

La ONG incluye en esa violencia la derivada de la trata, la utilización de la mujer como arma de guerra, las violaciones o las agresiones a las defensoras de los derechos de las mujeres o de las poblaciones más vulnerables, como los pueblos indígenas.

«En Colombia, por ejemplo, apoyamos a mujeres –como la recientemente asesinada Luz Marina Arteaga–en su trabajo de acompañamiento a las comunidades vulnerables o amenazadas. De la mano de la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, de la que era miembro Arteaga, Manos Unidas trabaja para denunciar el abandono institucional y la durísima violencia a la que hacen frente en Colombia –y en toda América Latina– las poblaciones indígenas y campesinas que tratan de defender o recuperar sus territorios ante la histórica desposesión que sufren por parte de Estados, proyectos privados extractivos y actividades ilegales como el narcotráfico.

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