La primera declaracion del mayordomo

La segunda cita en el juicio Vatileaks ha estado marcada por la declaración del secretario del Papa, monseñor Georg Gänswein quien ni siquiera dirigió la mirada a Paolo Gabriele.

Esto es lo que se narró en el juicio: La jornada en el apartamento papal comienza a las 7 de la mañana con la misa privada celebrada por el Papa. Uno de los asistentes diarios era Paolo Gabriele, quien después servía el desayuno a Benedicto XVI.

Entre las distintas tareas de las que Gabriele se ocupaba, a plena luz del día y con otras personas presentes el mayordomo del Papa, Paoletto pasaba discretamente por una pequeña fotocopiadora instalada en una de las oficinas y allí fotocopiaba los documentos que consideraba interesantes y que posteriormente se publicarían en el libro 'Sua Santità'. Asegura que nunca recibió ningún dinero por ellos y que el libro sólo ha tenido "efectos destructivos", según declaró Gabiele.

Pero tres cartas publicadas en ese libro fueron las que delataron a Gabriele. El llamado 'cuervo' sólo podía estar dentro del apartamento papal y muy cerca de Benedicto XVI y de su secretario porque en 'Sua Santita' se mostraban dos cartas y un mail impreso que no habían salido del despacho de Georg Gänswein.

La declaración de Gänswein ha sido una de las más fuertes de esta sesión. Según cuenta, el secretario del Papa reunió a la familia pontificia para preguntar qué sabían al respecto de esta fuga de documentos. En ese momento Gabriele, al igual que ahora, se declaró inocente. Cuando la comisión de investigación ya tenía serias sospechas sobre Poletto, fue el mismo Gänswein quien volvió a reunir a la familia pontificia, encargada de atender materialmente al Papa, para informar a Paoletto que se le suspendería de su trabajo por cautela.

Cuando, respondiendo al juez instructor del caso, monseñor Gänswein aseguró que nunca dudó de Paolo Gabriele, éste sonrió.

A pesar de todo Gabriele no se declara culpable de robo con agravante. Si algo reconoce, es haber traicionado la confianza que el Papa había puesto en él.

La situación de "desconcierto" que veía en el Vaticano fue la que le llevó a reunir documentos, pero nunca pensó en que se publicarían en un libro. "Es difícil encontrar una razón para un hecho irracional como me ha sucedido a mí", se excusa Gabriele.

Pero si algo en esta sesión ha sido desconcertante, ha sido la baza que la defensa está intentando jugar: la de una situación de malos tratos del arrestado. Cuando en ningún momento de la fase previa al juicio se hizo referencia a ningún tipo de problema en el estado de la celda o en el tratamiento que el ex mayordomo de Papa recibió. Quizás esta puñalada trapera sea el motivo por el que Carlo Fusco abandonó la defensa de Paolo Gabriele, a pesar de que les unía una amistad de años. Quizás la honradez de un abogado defensor que quiere que salga la verdad de un caso sin precedentes en el Vaticano contra otra abogada defensora que intenta agarrarse a un clavo ardiendo, aunque para ello tenga que jugar sucio.

La sentencia está al caer, muy probablemente a finales de esta semana, pero las sorpresas que adelantaba el presidente de la comisión de investigación de este caso, el cardenal Herranz, sin duda se han cumplido y parece que se seguirán cumpliendo.

 

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