De monaguillo a Prefecto vaticano

Iba a escribir "De monaguillo a cardenal", pero no responde a la verdad. Las prisas nunca son buenas. Porque, de momento, monseñor Gerhard Ludwig Müller no es cardenal. Esperemos, y deseamos, que lo sea pronto.

La radiografía de la presencia del Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la fe, en la celebración de Santo Tomás de la Universidad Eclesiástica san Dámaso, se puede dibujar con los retazos de una pintura del calor de lo humano. Imaginemos que sólo cuando un está en un clima de confianza, en casa de un amigo, y uno se siente a gusto, no es infrecuente que se utilicen argumentos, en la conversación, de naturaleza autobiográfica. Es lo que hizo Monseñor Müller en san Dámaso. Su conferencia sobre "Un culto conforme al Logos divino. La liturgia en el pensamiento teológico de Joseph Ratzinger/ Benedicto" respondió al desahogo confidente de quien ha tenido, y tiene, la responsabilidad de hacer que la teología de Joseph Ratzinger sea conocida y reconocida. De ahí las constantes alusiones del conferenciante a su vida pasada, a su infancia, a su juventud. Liturgia celeste en clave de lo humano.

Por cierto, un género discursivo que no está alejado del estilo de su maestro, el profesor Ratzinger. En algún momento de la conferencia del Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la fe se escuchaban los ecos de la autobiografía del Papa.

Entrañable, por tanto, el arranque de su conferencia cuando relató cómo fue la invitación que su párroco Philipp Heinrich Lambert hizo a los cuatro chicos elegidos de entre los niños de primera comunión para ser monaguillos. Año de 1956.

Amenas las referencias a los primeros años sesenta cuando llegó un nuevo párroco: Sylvester Hainz, que había estado nueve años de guerra y prisión en Rusia, y que fue quien le familiarizó con le movimiento litúrgico y con al figura de Romano Guardini, que procedía del clero de Maguncia, diócesis natural de Monseñor Müller.

Novedosa la raíz de la dimensión social de su experiencia de fe. Oigámoslo con sus palabras: "Haber crecido en la región de Maguncia significa tener a Romano Guardini como maestro de la renovación litúrgica y de la renovación de la Iglesia a través de la liturgia. Pero significa también encontrarse con le obispo Wilhelm Emmanuel von Ketteler, un luchador valiente y competente comprometido con la justicia social que combatió el paternalismo del estado sobre la Iglesia en la "Kulturkampf" provocada por Bismarck".

Benedicto XVI ha recordado, en varias ocasiones, su experiencia de niño monaguillo. ¿Qué tendrá el acolitado que, cuando esos niños llegan a obispos, cardenales, prefectos vaticanos, incluso a Papas, siempre recuerdan los momentos que han vivido, como niños, cerca del Misterio? Como monaguillos...

jfsoc@ono.com

 

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