La mediación familiar

La fidelidad ha pasado de ser uno de los valores más apreciados en la vida de los hombres a ser casi un contravalor. En el ambiente orgulloso en que vivimos, donde predomina un encumbramiento del yo, fidelidad suena a sometimiento.

Ser fiel siempre es encajar con alguien, y el individualismo occidental se aferra a la soberbia de yo, por encima de cualquier otra consideración. Seguramente habrá quien no admita este planteamiento exteriormente, pero en el fondo ha calado de tal manera la filosofía del cuidar de uno mismo que es difícil sustraerse a esta tendencia.

La ideología de género ha introducido un elemento perturbador a la sociedad. Se pretende que las mujeres vivan en la sospecha. Ha habido muchos siglos de abuso machista como para cambiar ahora tan fácilmente, dirán desde un planteamiento feminista extremo. Esto es solo teoría. La práctica es que los hombres y las mujeres se aman, piensan en unirse para siempre, pero la presión mediática desfigura esas relaciones y advierte de los peligros. Así, en cuanto hay diferencias, que las tiene que haber necesariamente, se plantea la competencia, la confrontación, en lugar de buscar el diálogo.

En los tiempos en que se pretende tanto el entendimiento entre las naciones, entre las culturas –sin un estudio serio de lo que esto representa- resulta que prácticamente se niega la posibilidad del diálogo familiar. Si hay problemas la tendencia es echarse para atrás y tantear las posibilidades. No se busca el acercamiento. Si el matrimonio se basa en el amor, es indudable que lo que se necesita es comprensión mutua. Pero esa comprensión mutua supone generosidad por ambas partes. Si lo que predomina es el yo desmesurado, es muy difícil llegar a la unidad.

Fidelidad es generosidad para dar. La presión de la ideología de género ha calado en el ambiente social y ahora no se plantea solventar las diferencias. Si hay diferencias hay un problema que lleva a una crisis, a una ruptura. Todo lo contrario de lo que plantea una cultura cristiana, la que ha predominado en nuestra civilización durante siglos. ¿Qué ha habido abusos? Por supuesto, por parte de unos y de otras. Pero la solución, para la sociedad, para las empresas, para la convivencia y sobre todo para la familia es la fidelidad, que supone amor, que supone salir del egoísmo y pensar en el bien del otro.

Se plantea si será necesario que los notarios se dediquen a solventar los divorcios, para quitar trabajo a los jueces, pero eso no es ninguna solución, eso es admitir un triste fracaso. Felizmente se ha recordado recientemente que hay otro medio para solucionar problemas familiares que es la mediación familiar. Como los medios de comunicación no saben más que de desgracias, presentaron estas instituciones como un buen medio para el divorcio o la separación, pero los mediadores surgen sobre todo para solucionar los conflictos, para explicar lo que significa la fidelidad, para conseguir la felicidad para padres e hijos.

Ángel Cabrero Ugarte

 

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